sábado, 6 de abril de 2013

CAROLINA KLÜFT: LA REINA DEL HEPTATLÓN





Hace ya algún tiempo que he descuidado el deporte femenino, por lo que para este post he optado por una de las mejores deportistas del siglo XXI: la gran Carolina Klüft, una extraordinaria figura del atletismo que en la pasada década dominó su especialidad, el heptatlón, de una forma abrumadora. Una mujer que, además de por su extraordinario talento, se ganó el respeto y el cariño del público por su desenfadada y deportiva actitud en la pista, alejada de las exhibiciones de tensión y rivalidad que otr@s atletas muestran al competir. Sin duda, un ejemplo a seguir.
Carolina Klüft posando con la medalla de oro de los campeonatos de Europa de 2006
 
 Hay que admitir que la historia de Carolina se parece sospechosamente a la de alguien que está predestinado a ser deportista profesional. Nacida en Boras, una pequeña localidad de Suecia, en el año 1983, creció en una familia que era sinónimo de deporte y competición: su madre era atleta, y su especialidad era el salto de longitud; su padre, por su parte, fue futbolista profesional en la liga sueca. Carolina, que ya en sus primeros años mostraba una sorprendente vitalidad, heredaría de ellos el amor por el deporte, para el cual parecía especialmente dotada desde la niñez. 
 
Una niñez no exenta de dificultades, puesto que en sus primeros años de instituto Carolina no era precisamente la capitana de las animadoras: aquella chica tímida, muy alta y con enormes gafas tuvo que soportar el acoso de sus compañeros de colegio. El deporte se convirtió entonces en una forma de recuperar su autoestima y de superar a los que la menospreciaban. Parece ser que aquellos difíciles años le ayudaron a forjar el espíritu de superación que le acompañaría a lo largo de su carrera.
Carolina a los 9 años de edad
 
Su relación con el atletismo nace a los doce años, cuando empezó a competir en el equipo de su ciudad. Sin embargo, es a los 16 cuando se produce el momento clave para el futuro de Klüft, al conocer al que sería su entrenador, el antiguo decatleta Agne Bergvall. Para entonces, ya es obvio que Carolina tiene nivel para la alta competición, y también cuál es la prueba más adecuada para ella: el heptatlón. Esta disciplina de disciplinas (100 vallas, 200 y 800 metros lisos, saltos de altura y longitud, y lanzamientos de peso y jabalina) se ajustaba perfectamente a las características físicas y técnicas de Klüft: era muy hábil en la mecánica de los saltos, tenía suficiente fuerza para competir en los lanzamientos, y su larga y poderosa zancada le permitía afrontar con muchas garantías las carreras sobre el tartán. A ello, hay que sumar la propia personalidad de la joven Carolina, que encontraba aburrido centrarse en una única disciplina. 

Con 17 años, Klüft se asoma por primera vez a la gloria, al proclamarse campeona del mundo junior en Santiago de Chile, título que revalidaría dos años más tarde en Jamaica, donde también consiguió el record mundial junior de hepatlón. Entre medias,  se había proclamado campeona de Europa de su categoría. Parecía claro que estaba sobradamente capacitada para competir con las mayores, de ahí que, aquel mismo año 2002 y apenas tres semanas más tarde del mundial junior, fue parte del equipo de Suecia que se presentó al campeonato de Europa al aire libre celebrado en Munich. 

Aunque luchar por el título no era una obligación, Carolina mostró su extraordinario nivel ya el primer día de competición, en el que se acostó como líder de la prueba. Al día siguiente consiguió mantener la ventaja y a los 19 años y con 108 puntos de ventaja sobre la segunda clasificada (la alemana Sabine Braun) se proclamó campeona de Europa, además de establecer otro record mundial junior que en el momento de redactar estas líneas (marzo de 2013) continúa vigente.
Klüft eufórica tras proclamarse campeona de Europa con 19 años
 
2003 suponía ir un paso más allá: ahora la gran cita del año no iba a ser continental, sino el mundial de París. Carolina se presentó a la competición como el rival a batir: venía de ser campeona en mundial indoor de Birmingham, en la categoría de pentatlón, y había obtenido victorias en los heptatlons de Götzis y Tallinn. Las miradas estaban puestas sobre ella, y la chica de sonrisa permanente no defraudó: obtuvo una nueva medalla de oro, alcanzando la cifra de 7001 puntos en la competición (tercera mujer en la historia en superar la barrera de los 7000) y dejando en segundo lugar a la favorita de la hinchada, la francesa Eunice Barber. Además, lo hizo batiendo su marca personal en 6 de las 7 disciplinas (sólo le faltó hacerlo en salto de longitud, donde se vio limitada por dos nulos en sus primeros intentos).

Su talento había quedado más que confirmado, y los comentarios sobre futuros retos y los límites de Klüft no se hicieron esperar. Uno de los elogios más llamativos ya le había llegado de la plusmarquista mundial de heptatlon, Jackie Joyner-Kersee: “Carolina tiene mejores resultados que yo a los 20, pero sobre todo me gusta su actitud. Se nota que para ella el atletismo es una aventura”. Por su parte, su entrenador empezó a pensar seriamente en que Carolina compitiera en alguna de las especialidades del heptatlón, dado el excelente nivel que estaba mostrando.

Esa posibilidad cristalizó al año siguiente, en los Juegos Olímpicos de Atenas: además de competir en su prueba de referencia, Klüft iba a hacerlo también en salto de longitud. El éxito en el heptatlón fue aplastante, con más de 500 puntos de ventaja sobre su inmediata perseguidora, Austra Skujyte. En un torneo en el que la ausencia de Barber por lesión le allanó aún más el camino, Carolina consiguió una medalla de oro que le permitía atesorar la triple corona (campeonato continental, mundial y olímpico).
El podio del heptatlón en las olimpiadas de Atenas 2004, con la sueca en el centro
 
Sin embargo, el experimento en longitud en aquellas olimpiadas no tuvo los resultados esperados. A pesar de que previamente había tenido resultados esperanzadores (bronce en el campeonato del mundo indoor de aquel año, con una marca de 6,92), y de que consiguió meterse en la final, su marca aquel día no estuvo a la altura (solo 6,63, muy por debajo de sus mejores prestaciones) y acabó en 11ª posición, únicamente por encima de Yelena Kashcheyeva. Aún así, el reto no quedó olvidado.

Al año siguiente, Carolina, continuó con su borrachera de éxitos en las pruebas combinadas: dos nuevos oros, en el campeonato de Europa indoor de Madrid y en los mundiales de Helsinki, y extendiendo ya su reinado a cuatro años sin perder en heptatlón o pentatlón. Su título mundial al aire libre tuvo un valor especial añadido, puesto que compitió sin estar al 100 % debido a una torcedura de tobillo que se había realizado un día antes del comienzo del Mundial. Su gran rival, Eunice Barber, si que estaba en esta ocasión a tope, y lo demostró terminando el primer día por encima de la sueca en la clasificación. 

No obstante, Carolina no había dicho su última palabra: en el segundo día de la competición, superó claramente a la francesa en la prueba en la que esta era campeona mundial, salto de longitud (la sueca voló hasta los 6,87). Tras mantener el liderato en las últimas pruebas, y con una puntuación final de 6.887, Klüft se convirtió en bicampeona del mundo con 22 años. El siguiente vídeo es un buen resumen de aquel competido campeonato:


Aquel heptatlón de Helsinki dejó, además, una imagen para la historia: los ánimos de Klüft a Barber durante la prueba de longitud. Con todo el estadio dando palmas para apoyar a la francesa en el momento del salto decisivo, Carolina se unió a ellos, al parecer sin importarle que fuera su gran rival para el título la que iba a competir. Y ello, a pesar de que instantes antes Barber había protestado la legalidad del último salto de Klüft por considerar que había pisado la plastilina y su salto era nulo.

Esta pequeña anécdota puede ilustrar perfectamente el carácter de Carolina, que salía al tartán con una actitud profesional e infantil a la vez: profesional por el esfuerzo y el rigor con el que trabajaba y competía; infantil, porque más allá de la tensión y rivalidad que mostraban otras atletas, ella parecía estar disfrutando de un juego. Son muy pocas las veces que una cámara pudo captar una expresión airada o desagradable de la atleta. La propia Carolina reconoció su visión del deporte en unas palabras que no se pronuncian muy a menudo entre los grandes profesionales: “Yo no compito por el dinero o por ser una estrella, lo hago porque es divertido”.

Las participantes del heptatlón en el Mundial de 2007, dando la vuelta de honor al terminar la competición
 
2006 volvía a ser año de campeonato de Europa, y en esta ocasión con un significado especial para Carolina, puesto que se celebraba en su país, Suecia. La ciudad de Gotemburgo acogió aquella gran cita, a la que de nuevo Klüft se presentó con problemas físicos: una lesión previa en los ligamentos de la rodilla le hizo acudir al campeonato menos entera que en otras ocasiones. No obstante, pronto las circunstancias se pusieron de su parte: su gran rival de los últimos años, Eunice Barber, se lesionó en la prueba de lanzamiento de peso y tuvo que abandonar cuando iba líder. El extraordinario talento de la atleta y el entregado público del Ullevi Stadium hicieron el resto y el 8 de agosto Carolina volvía a proclamarse campeona de Europa con 6.740 puntos, ante el delirio de las gradas.

La mejor actuación de Klüft, sin embargo, estaba por llegar, y se produjo en el verano de 2007, en los mundiales al aire libre de Osaka. Anteriormente, ya se había proclamado campeona de Europa indoor en Birmingham, y por primera vez en tres años llegaba a la cita clave sin problemas físicos que pudieran restarle potencial. Todo apuntaba hacia la triple corona…

 La mejor participación de Klüft: el mundial de Osaka en 2007

Y los pronósticos se cumplieron: en dos jornadas memorables, que pueden apreciarse en el vídeo añadido a continuación, y acompañada de su habitual repertorio de sonrisas y muecas, Klüft se disparó hasta los 7.032 puntos, que suponían su mejor marca personal y el record de Europa. Invicta desde 2002, y mostrándose muy fuerte en todas las pruebas de la disciplina, todo apuntaba que el record mundial y el segundo oro olímpico serían sus objetivos en 2008, algo que la atleta no quiso confirmar en la pista de Osaka cuando le preguntaron al respecto: “No me arruinéis la fiesta. Acabo de ganar y me voy de vacaciones. Ya tendré tiempo de ponerme nuevas metas”.


Desconozco si por entonces ya había tomado la decisión de cambiar de especialidad y de no intentar revalidar su título olímpico en el heptatlón, pero lo cierto es que estas declaraciones son en cuanto menos significativas. En cualquier caso, 7 meses más tarde, para decepción de muchos suecos (que veían volar un oro asegurado) y alivio de las otras heptatletas, “Carro” anunciaba que abandonaba la disciplina que le había puesto en lo más alto para intentar asumir un nuevo reto: participar en las modalidades de salto de longitud y triple salto en los cercanos Juegos Olímpicos de Pekín. Según reconoció la atleta, la necesidad de otras metas con las que motivarse le había llevado a tomar esa decisión.

Superado el impacto que provocó saber que la máxima favorita del heptatlón lo abandonaba por decisión propia, las valoraciones sobre sus nuevas pruebas no se hicieron esperar. En el triple salto era una auténtica incógnita, puesto que nunca había competido en esta especialidad que requiere una buena habilidad técnica en los distintos impulsos. En cambio, en longitud sí que había referencias: ya había estado en la final olímpica de Atenas, y su mejor marca compitiendo era de 6,97, lo que le habría permitido ser plata en el mundial anterior. Aunque se antojaba casi imposible verla con el oro en el cuello, no se descartaba su presencia en la lucha por las medallas.

Pero Klüft también tenía sus límites. A pesar de su afán de superación, los Juegos de Pekín demostraron que difícilmente conseguiría acercarse a los resultados del heptatlón. En triple salto, donde meses atrás había hecho una marca de 14,29 (record de Suecia), no consiguió pasar de 13,90 y quedó fuera de la final. Algo mejor le fue en longitud, donde se clasificó entre las 12 mejores; sin embargo, en la final solo fue capaz de saltar 6,49 metros, quedando relegada a la novena posición. Carolina asumió con deportividad su derrota: “Lo he hecho lo mejor que he podido, y ha habido 8 chicas que lo han hecho mejor que yo”.

En la temporada siguiente, Carolina siguió preparando las nuevas pruebas, con un objetivo claro: el mundial al aire libre de Berlín. Sin embargo, una grave lesión se cruzó en su camino: el 6 de julio, en la competición de salto de longitud en Karlskrona (en su Suecia natal), sufrió un triple desgarro muscular en el muslo que le obligó a pasar por el quirófano. Posteriormente necesitó seis meses de rehabilitación antes de poder volver a competir. Por primera vez, su carrera se veía seriamente comprometida. No era la primera vez que se perdía por motivos físicos una gran cita (el año anterior otra lesión le había impedido participar en el Mundial indoor de Valencia), pero nunca había estado tanto tiempo alejada del tartán.

 Carolina, siendo atendida tras lesionarse en Karlskrona
 
Su reaparición, la temporada siguiente, estuvo lejos de ser gloriosa. La gran cita anual era, en esta ocasión, el europeo de Barcelona. A pesar de que había transcurrido casi un año desde que se lesionara en Karlskrona, sus resultados no estaban siendo buenos y no fue capaz de hacer la marca mínima de 6,55 que le hubiera asegurado un puesto en la competición. Tuvo que ser repescada por el seleccionador sueco a través de una wild-card, para participar en salto de longitud. Una vez metida en competición, “Carro” hizo de tripas corazón para conseguir un 6,62 en la ronda previa que le permitía pasar a la final. Los amantes de las historias heroicas se sumieron en un sueño del que despertaron rápidamente: al día siguiente, se quedó en una pobre marca de 6,33 que solo le sirvió para ser undécima.

Con 27 años y después de tres temporadas alejada del podio, el 2011 se presentaba como un año vital para comprobar si Klüft tenía aún chispa para altas metas o si había entrado ya en un declive sin solución. Deseosa de tomarse la revancha de los últimos sinsabores, Carolina trabajó duro para estar en perfecta forma en agosto, en el mundial de Daegu. La marca de 6,73 metros que había logrado en junio en el campeonato de Europa por equipos era su mejor aval. Ya en tierras coreanas, las prestaciones de la sueca mejoraron respecto a años anteriores, pero tampoco fueron exitosas: finalizó en quinta posición, con un mejor salto de 6,56 metros (a 20 centímetros del bronce). A pesar de la preparación específica para la prueba, todavía no había podido superar sus marcas en longitud cuando solo era una disciplina del heptatlon.

Klüft volando hacia el foso en los mundiales de Daegu. La sueca acabó en quinta posición
 
Klüft, sin embargo, quiso darse una última oportunidad a sí misma, renunció a la siguiente temporada en pista cubierta y decidió mantenerse en la competición centrándose en los juegos olímpicos de Londres 2012, donde volvería a intentar el éxito en longitud. “No tengo la energía o la motivación para el heptatlón, no puedo encontrar ninguna razón para volver” había explicado la atleta ya antes del mundial de Daegu. “Tengo muchas ganas de hacer un año más, realmente voy a intentar hacerlo lo mejor posible y luego voy a dejar la pista, es de esperar también, con una sonrisa en mi cara”. Lamentablemente, no conseguimos ver esa última y luminosa sonrisa en la cita olímpica.

Apenas cinco días antes del inicio de los juegos, en una competición de preparación en Finlandia, Carolina volvió a lesionarse en el muslo, y anunció que no participaría en los juegos. Todo el trabajo de la temporada estaba perdido, y la desafortunada situación solo vino a acelerar lo que ya estaba previsto: el 26 de agosto, y tras una última participación en los campeonatos de atletismo de Suecia, Klüft anunciaba en radio y televisión su retirada del deporte profesional. “Mi cuerpo está cansado, me da pena, pero este es el final” explicó la atleta. 

Un final que se producía tras diez años de carrera profesional, una medalla de oro olímpica, dos campeonatos de Europa, tres mundiales, cinco medallas (tres oros y dos bronces) en grandes citas indoor y un record de Europa en heptatlón aún vigente. Un final que nos hacía perder para siempre de las pistas a la gran abanderada del atletismo en los primeros años del siglo XXI, junto con Yelena Isimbayeva.


¿Qué legado ha dejado Carolina? Cada cual tendrá su opinión.  Para mí, una atleta difícil de olvidar por su carácter desenfadado, su deportividad y su talento. A pesar de los últimos años sin gloria ni éxito, el recuerdo de sus temporadas invicta en el heptatlón, con sus correspondientes seis oros en grandes eventos, siempre estará presente entre los aficionados al atletismo.

 
 
 
 
 
 
 


 

 
 

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