martes, 16 de julio de 2013

ERIC CANTONA: L'ENFANT TERRIBLE (II)

Fue Michel Platiní quien abortó aquel intento de retirada. Con la colaboración de Gerard Houllier, su ayudante en la selección, convenció a Cantona de que no debía abandonar, tanto por sus posibilidades a nivel de club como por la importancia de su presencia en la Eurocopa del 92. Ambos técnicos mueven hilos en suelo británico, buscándole un equipo. La primera opción es el Liverpool, que lo rechaza sin pensárselo mucho. Las historias sobre las andanzas del ariete francés han cruzado el Canal de La Mancha, y su manager, Graeme Souness, no quiere romper la armonia del vestuario.

La oportunidad le llegará del Sheffield Wednesday, que lo tiene a prueba durante unos días, pero la falta de dinero en sus arcas impide su traspaso. Es entonces cuando uno de los equipos fuertes de aquella temporada en Inglaterra, el Leeds United pone su ojos en él. El Leeds necesita un refuerzo para su ataque, y Cantona ve en el equipo de Yorkshire un club que le da opción de regenerarse y de luchar por títulos. El acuerdo es rápido, el Leeds paga 900.000 libras al Nimes por el traspaso y Eric, en febrero de 1992, desembarca en la liga inglesa.


En lo que queda de temporada 91-92, Cantona es más suplente que titular, pero su aportación al equipo es siempre valiosa, no monta escándalos de consideración, anota 3 goles en 15 partidos y vuelve a proclamarse campeón de Liga. Su adaptación se confirma con su buen arranque en la siguiente temporada: el Leeds gana la Charity Shield al Liverpool por 4-3, con un "hat trick" del delantero galo. En liga sigue marcando, y en la recién estrenada Champions League es el jugador más brillante del Leeds en las eliminatorias ante Stuttgart y Glasgow Rangers.

Pero ya se sabe que no es oro todo lo que reluce. Cantoná no acaba de encontrarse a gusto con el sistema de juego de su equipo, que se basa con demasiada frecuencia en balonazos largos y directos. Su manager, Howard Wilkinson, tampoco se fia de un jugador talentoso pero con un carácter inestable. Así que cuando el Manchester United pide precio por él en noviembre del 92, el Leeds no lo pone complicado: el acuerdo se cierra en 1.200.000 libras, y Cantona pasa a ser un "red devil", de la mano de Alex Ferguson.



Tras siete clubs distintos en nueve años, Cantona va a conseguir por fin la estabilidad en Manchester, convirtiéndose en uno de los mayores ídolos de la historia del club. Con el 7 a la espalda, y en un equipo poco británico para los cánones de la época, Éric sacará lo mejor de su mismo, y su potencia y calidad serán decisivas en la trayectoria del United en las siguientes temporadas. Ya en el año de su llegada el equipo se proclama campeón de la 1ª edición de la "Premier League", con 9 goles y muchas asistencias de un Cantona que se convierte en el líder en ataque.

La temporada siguiente es aún mejor: el Manchester hace doblete con la Premier y la FA Cup, Éric marca 25 goles (18 en liga) en 49 partidos oficiales, y recibe el premio al jugador del año en Inglaterra por la PFA. Su estrella está más en alza que nunca, y se rumorea en prensa que tanto Cruyff como Valdano están interesados en él para las plantillas de Barcelona y Real Madrid, pero la opción de un traspaso nunca estuvo en mente de Ferguson ni de los directivos del United.


Pero a pesar del éxito deportivo y de la complicidad con los aficionados, Cantona no podía dejar de ser Cantona, y los jaleos también estarán presentes en su etapa con el Manchester: en febrero del 93, tras su retorno al campo del Leeds, recibe una fuerte multa de la Premier por escupir a unos aficionados que le increpaban. En noviembre del mismo año, es expulsado en el partido de vuelta de Champions League contra el Galatasaray por acusar al árbitro de favorecer al equipo turco, y recibe cuatro partidos de sanción. Poco antes, vive la frustración de perderse el mundial de Estados Unidos al encajar Francia un gol en el último minuto, y acaba peleado con su compañero de selección David Ginolá, al que acusa de ser el culpable del tanto de la derrota. En el mismo mundial, al que acudió como comentarista, acaba esposado por agredir a un oficial de la FIFA tras una discusión sobre el asiento que ocupaba.

La traca final, la que realmente pasará a la historia, llegará el 25 de enero de 1995, en un partido de la Premier contra el Crystal Palace. Tras ser expulsado por una violenta entrada al defensa Robert Shaw, Cantona es provocado groseramente desde las gradas por Matthew Simmons, un joven hincha del Palace. Normalmente, los futbolistas hacen oídos sordos a estas cosas, pero Éric era cualquier cosa menos normal. Ante el asombro de todo el mundo, Cantona se lanza hacia las gradas y le atiza a Simmons una espectacular patada en el pecho, a lo Chuck Norris. Se forma un tumulto y tiene que intervenir la policia antes de que pasen más desgracias, mientras a Cantona se lo llevan entre tres compañeros. Os dejo la escena en foto y en vídeo, porque no tiene desperdicio:




El escándalo posterior fue de los gordos. El United lo sancionó durante cuatro meses, sanción luego prolongada al doble de tiempo por la Federación Inglesa y extendida al resto del mundo por la FIFA.. El jugador es llevado a juicio, donde es condenado a una fortísima multa y a dos semanas de cárcel, luego conmutadas por 120 de horas de servicios comunitarios, en las que se dedicará a dar clases de fútbol a niños. Además, se le retira la capitanía de la selección francesa y el entrenador del combinado galo, Aime Jacquet, no volverá a convocarlo. Sin Éric, el Manchester no pudo revalidar su título de la Premier, cediendo el testigo al Blackburn Rovers de Alan Shearer.

Además del servicio comunitario, Cantona no perdió mucho el tiempo durante su sanción: el Manchester lo mandó de vacaciones al Caribe unos días mientras se calmaba el asunto (allí, por cierto, fue acusado de agredir a un periodista); el diario "El País" publicó que se le había visto en un concierto de Prince el día anterior a su juicio acompañado de varias supermodelos; tuvo tiempo de hacer su debut en el cine; y llegó a negociar un posible traspaso al Inter de Milán que no llegó a producirse (otro club interesado fue el Valencia). También nos dejó una de sus más memorables frases tras la famosa patada, ante el acoso de los medios de comunicación.


La sanción podría haber sido el final de su carrera o su salida del United, e incluso Ferguson reconoció que en un primer momento pensó en deshacerse del futbolista. Pero ante el apoyo de los aficionados, que lo veneraban como un ídolo, el Manchester apostó fuerte por él y le renovó. Cantona se propuso mostrarle al mundo del fútbol que no estaba acabado, y que iba a volver a ser grande. Su retorno se produjo en octubre del 95 ante el Liverpool, y aunque era obvio que no estaba en su mejor forma, fue recibido como un auténtico héroe.

El progreso en su rendimiento fue paralelo al de su equipo, que en Navidad se hallaba a 10 puntos del líder, el Newcastle. La victoria por 2-0 ante las urracas el 27 de diciembre inició la remontada de los "diablos rojos", que acabaron imponiéndose en la Liga con 4 puntos de ventaja, y un papel capital de Cantona, autor de 14 goles. Igual de decisivo fue para obtener una nueva FA Cup, que se ganó ante el Liverpool por 1-0 con un tanto suyo en el minuto 86. El segundo doblete en tres años consolidó al Manchester como el equipo más fuerte de Inglaterra en los 90, y Éric recuperaba el prestigio dentro del fútbol y de la plantilla del United (no en vano, ejerció de capitán en la final ya mencionada, ante la ausencia de Steve Bruce). Aún así, hubo una puerta que siguió sin abrirse: Jacquet no le convocó para la Eurocopa del 96, que para más frustración se celebraba en su amada Inglaterra.


Cumplido el afan de revancha tras la sanción, la motivación de Cantona disminuyó. Ya había triunfado en Inglaterra, y no tenía esperanzas de ir al mundial del 98, porque sabía que Jacquet no iba a volver a confiar en él. En la temporada 96-97, jugó a un nivel aceptable, pero no fue el Cantona ambicioso de un año antes, a pesar de que había asumido la capitanía del equipo. El reto que más podía interesarle, la Champions League, finalizó con una dura derrota en semifinales ante el Borussia de Dortmund. Finalmente se revalidó el campeonato de la Premier League, cuarta victoria en cinco temporadas, pero no fue suficiente para que Cantona se viera con hambre de continuar. El 18 de mayo de 1997, anunció públicamente su retirada del fútbol profesional, ante la frustración de los seguidores del United, para los que era poco menos que un dios.

Dado que se retiró a una edad temprana (31 años) y su peculiar carácter, hubo gente que creyó en un posible regreso al fútbol, como ya había pasado con otros jugadores. Pero nunca hubo tercera parte para Éric. Al parecer, el fútbol ya le aportaba poco, y prefirió dedicar su tiempo a descansar, trabajar como actor (ha aparecido en más de 20 películas y ha hecho teatro) y rodar anuncios de Nike. Sólo volvió a participar en el deporte rey como jugador y capitán con la selección francesa de fútbol playa, con la que se proclamó campeón del mundo y con la que generó un tremendo escándalo en España en 2004, encarándose con el público y montando una tangana.



Para finalizar os dejo con unos vídeos, que siempre son de agradecer, del mítico delantero del United y actual director deportivo del New York Cosmos. El primero de ellos es un repaso a algunos de los momentos más álgidos de su carrera, incluyendo grandes goles y asistencias y alguna que otra patada fuera de lugar. El segundo es el mítico anuncio de Nike (empresa de la que Éric fue icono publicitario) en el que Cantona y algunos de los mejores jugadores de su época disputan un partido de fútbol contra unos diablos en el infierno (o en el Coliseo, si nos ponemos terrenales). Si no lo habéis visto, no os lo perdáis; y si habéis nacido antes de 1990, seguro que lo habéis visto. Un saludo a todos, Au revoir.






No hay comentarios:

Publicar un comentario