miércoles, 3 de julio de 2013

5-1-2006: CUANDO NADAR CIEN KILOMETROS NO FUE IMPOSIBLE

Además de diversión, competición y negocio, el deporte siempre ha sido sacrificio y superación. De hecho, hoy día suele ser una mezcla de todos esos elementos. Y dentro de esa complicada combinación, hay un deportista en España que ha sabido moverse (perdón por el recurso fácil) como pez en el agua: David Meca.

Efectivamente, el nadador catalán ha combinados proezas extraordinarias con excelentes resultados deportivos, todo ello acompañado de un innegable sentido del espectáculo. Es, sin duda, el nadador más conocido de la historia de nuestro país, y creo que sus logros son merecedores de elogio. De ahí que me haya decidido a dedicarle una entrada, centrada en una de sus hazañas más famosas: la travesía a nado que realizó desde la península Ibérica hasta Ibiza en el año 2006. En total, unos 120 kilómetros y 26 horas luchando en el agua. Casi nada.


En el momento de enfrentarse a este reto, Meca contaba con 31 años, y ya era famoso tanto por los triunfos conseguidos como por algunos peculiares retos que había afrontado. En su palmarés, contaba con 7 medallas en campeonatos del mundo de natación, entre las que destacaban dos oros (10 kilómetros en aguas abiertas en Honolulu 2000, 25 kilómetros en aguas abiertas en Montreal 2005), y otras cuatro medallas en europeos (a resaltar la plata obtenida en el europeo de Madrid dos años antes). Ya era, por tanto, un deportista de prestigio.

Pero, además, Meca se había hecho muy famoso por los espectaculares e inusuales retos que había afrontado en los años previos, y que habían llevado a que fuera el nadador más conocido que nunca había tenido nuestro país. Unos retos que habían generado una enorme legión de admiradores y también cierto número de detractores, que consideraban que en los mismos había más de show publicitario que de prueba deportiva, y que los utilizaba como trampolín a una posterior carrera en el mundo del espectáculo. Aunque Meca nunca ha negado su interés en el cine y la televisión, el catalán siempre ha defendido ser ante todo y sobre todo deportista.

Los retos empezaron en septiembre de 1999, cuando nadó sin neopreno y con grilletes desde la famosa cárcel de Alcatraz hasta la bahía de San Francisco. Su intención era llamar la atención de los medios para reivindicar que había sido sancionado injustamente por un positivo en un control antidopaje (sanción que posteriormente sería revocada). La popularidad que le dio aquella hazaña animó a Meca a realizar en los años siguientes nuevos trayectos que basculaban entre lo sorprendente y lo heroico.


Así, en el mismo 1999 cruzó el Estrecho de Gibraltar en 2 horas y 29 minutos; en 2001 nadó los 44 kilómetros que separaban la Gomera de Tenerife; al año siguiente, también en Canarias, logró la proeza de nadar 110 kilómetros en casi 24 horas realizando el trayecto Tenerife-Gran Canaria. Ya en 2004, Meca realizó un fallido intento de cruzar a nado el Lago Ness, y consiguió cruzar el Canal de la Mancha en un tiempo de 7 horas y 46 minutos. Al año siguiente repitió trayecto y consiguió mejorar su marca hasta las 7 horas y 22 minutos, la segunda mejor de toda la historia

Sin embargo, todos estas hazañas iban a quedar en segundo plano en enero de 2006, mes para el cual Meca fijó su siguiente reto, que según él mismo ha confesado era su sueño desde la infancia: unir a nado la península Ibérica con las islas Baleares. Para realizarlo, Meca eligió un trayecto que partía desde la localidad alicantina de Xabia y que terminaba en la isla de Ibiza, en San Antonio (no era el más corto, pero sí el más bonito según el propio Meca). La distancia era parecida a la que había nadado entre Tenerife y Gran Canaria, pero en esta ocasión iba a intentarlo en pleno invierno, con una temperatura media del agua muy baja. Sin embargo, la necesidad de reservar el verano para la competición oficial le llevó a considerar enero como el momento adecuado.

 Para preparar la prueba, el nadador catalán procuró apoyarse de los medios idóneos, empezando por la contratación como entrenadora de la también ultrafondista Iveta Hlavackova.Se le preparó un traje de neopreno especial para la ocasión, con 3 milímetros de grosor en pecho y espalda y uno en los brazos para que no fuera un obstáculo en sus brazadas. Y se le preparó un equipo de seguimiento muy completo, con un velero guía con radar y GPS incorporado para abrirle paso, y varios barcos acompañantes dotados de personal y equipo médico y de todo aquello que pudiera necesitar durante la travesia (y en los que también iban periodistas para informar de los progresos de la ruta). Obviamente, semejante despliegue de medios no estaba al alcance de cualquiera; Meca necesitó de la colaboración de sus patrocinadores habituales, a los que sumó la empresa Polaris World (de ahí que la travesia Xabia-Ibiza acabara recibiendo el nombre de "Reto Polaris").


El día del reto quedó fijado para el 3 de enero, tras meses de entrenamiento, y unos últimos días en los que Meca ganó algo de peso en vistas a la perdida de calorías que sufriría durante el trayecto. Sin embargo, las complicaciones empezaron antes de lanzarse al agua: las previsiones meteorológicas anunciaban fuertes vientos y un intenso oleaje para el día 3, con lo que la fecha de ejecución podía verse alterada. La noche anterior fue de sufrimiento para el nadador de Sabadell, tal y como muestran estas declaraciones recogidas por el periódico Mundo Deportivo: "Ha sido una noche horrible por la incertidumbre de si iba a salir o no. He tenido que tomar pastillas para relajarme y poder dormir. He vomitado por los nervios y tenía mucho dolor de barriga". Finalmente, tras esperar hasta mediodia y ver que las condiciones seguían sin ser viables, el reto se pospuso 24 horas. Con oleaje o sin él, el día 4 Meca partiría hacia Ibiza.

En torno a las 9:50, y ante unas 500 personas que acudieron a animarle y despedirle, David Meca se lanzó a las aguas del Mediterráneo desde la playa de Grava en la localidad de Xabia. El mar estaba enbravecido (aunque no tanto como el día anterior), pero ello no impidió al nadador de Sabadell empezar con buen ritmo de nado, cubriendo unos 15 kilómetros en las tres primeras horas. En  general, Meca avanzaba a una elevada velocidad y con sensaciones positivas durante la primera parte del trayecto, aquella que debía realizar a plena luz del día.


Tampoco fueron problemáticas las primeras horas de travesía nocturna. El mar estaba en calma, lo que facilitaba que David mantuviera un elevadísimo ritmo. La luz que provenía de los barcos de acompañamiento aligeraba la sensación de oscuridad, que era uno de los puntos que más preocupaba al nadador. En torno a las 22:30 Meca ya había nadado más de 60 kilómetros y seguía mostrando buenas sensaciones físicas. El reto cada vez parecía más humano.

Pero a partir de medianoche los problemas, que era inevitable que surgieran, surgieron. Empezaron con los primeros síntomas de hipotermia y cansancio del nadador, que ya llevaba más de 14 horas en las frías aguas del Mediterráneo. Al dolor que empezaba a acumularse en sus extremidades se sumaron las múltiples picaduras de medusa que estaba sufriendo, algunas de ellas en la cara. El dolor, el esfuerzo y el frío alteraron su organismo hasta el punto de acabar vomitando, motivo por el cual tuvo que recibir pinchazos desde los barcos de asistencia.

Además, hubo problemas más allá de los que le generaba su propio organismo. Por momentos nadó en total oscuridad, debido a un problema con las luces que le asistían; y él y sus acompañantes se llevaron un enorme susto al divisar una siniestra aleta de un animal cercano a ellos, que afortunadamente resultó ser un pez luna (no sé mucho de ellos, pero por lo visto era inofensivo).


 Aproximadamente a las 4 de la madrugada, la enorme fortaleza mental de Meca flaqueó. Agotado y magullado, se acercó a la barca que marchaba junto a él para anunciar que abandonaba. Sin embargo, su padre, su entrenadora, los médicos y los propios periodistas le animaron a continuar, a que no se rindiera. Faltaban menos de 20 kilómetros para conseguir el reto y, tras recibir de nuevo asistencia médica y jaleado por todos, David apretó los dientes y desechó la idea de subirse a la lancha. A pesar de las medusas y de sufrir una contractura en el brazo derecho, siguió nadando y manteniendo un ritmo más bajo, pero aceptable.

Poco antes de las ocho de la mañana, y en un estado ya lamentable, Meca hacía realidad el sueño: llegaba al islote de Ses Bledes y validaba su hazaña, convirtiéndose en el primer hombre en nadar desde la península hasta las Baleares. En ese punto podría haber dado por zanjado el tema, pero Meca no se conformó. Ese no era el destino inicialmente fijado, y según él mismo reconoció posteriormente, no quiso que nadie pudiera decir que no había completado totalmente el objetivo. Así que, a pesar del cansancio y el principio de hipotermia, a pesar de nadar prácticamente con un solo brazo, insistió en realizar los kilómetros que le faltaban hasta la localidad de San Antonio, donde se había fijado la llegada en un primer momento.


Meca siempre ha reconocido que esos últimos kilómetros fueron los más duros, los que le hicieron llorar de rabia e impotencia. El mal cálculo de las distancias, el tremendo cansancio y las corrientes adversas provocaron que le costara casi cuatro horas nadar 10 kilómetros. El temor del abandono volvió a sobrevolar la expedición, pero el nadador catalán sacó todo lo que llevaba dentro, se sobrepuso mentalmente a las dificultades y, casi sin poder mover los brazos, llegó al puerto de San Antonio casi a las 11:30 del 5 de enero. Habían sido poco menos de 26 horas en el agua para completar la gesta y ser recibido como un héroe en la localidad ibicenca, donde se habían concentrado numerosas personas para homenajear al nadador.

En el fondo, de homenaje no tuvo mucho la llegada, porque el estado de Meca era tan lamentable que no podía ni moverse. Tuvieron que ayudarle a salir del agua y, llevado por miembros de la Cruz Roja, se le subió a una ambulancia para ser ingresado en el hospital de Can Misses, donde se le sometió a un riguroso examen médico. El resultado del mismo fue bastante positivo dadas las circunstancias: Meca sufría una ligera hipotermia y extremo agotamiento, pero por lo demás su estado físico era bueno y podría recibir el alta en breve.



Al día siguiente David Meca abandonó el hospital y dio una rueda de prensa en la sede del Club de Natación San Antoni de Portmany. Enfundado en un mono en el que lucía la marca de todos sus patrocinadores, Meca agradeció el cariño recibido, y se mostró especialmente emocionado al recordar los últimos metros, nadando ya en el puerto de San Antonio. Aseguró que en un futuro habría más gestas, pero se fijó como principal reto algo que aún no tenía en su palmarés: una medalla olímpica, que intentaría conseguir en Pekín en el 2008 (al final, no llegó a participar en esa olimpiada debido a que no obtuvo su clasificación en las pruebas previas).


Esta es la versión oficial de los hechos, versión que obviamente yo no he vivido en directo, pero que es aceptada por la mayor parte de aficionados, deportistas y medios de comunicación. La versión que muchos ( y yo me incluyo) creemos real y queremos creer real. Pero no todos la comparten. Para algunos, David Meca ha estado y estará siempre bajo sospecha. La acusación de dopaje, el impacto mediático que tiene y el hecho de que sus gestas no estén legitimadas por la Real Federación Española de Natación han puesto al nadador de Sabadell en el disparadero. Se le acusa de que recibe ayudas durante sus retos, y el de Xabia-Ibiza no fue una excepción. Aquí recojo un extracto de un artículo publicado por el diario "El Mundo" en el año 2008, titulado "Las trampas de Meca y su circo". El artículo, en el que se deja la imagen del nadador por los suelos, comenta lo siguiente sobre el reto analizado:

La ruta Jávea-Ibiza que dice haber cumplido el 4 de enero de 2006 también está más que bajo sospecha. No sólo porque las imágenes de televisión desvelaron que parte de la prueba la realizó agarrado al barco de compañía. Hacer como dice entre las 18.20 horas y las 0.15 una velocidad media de 6.000 metros por hora es imposible. Tendría que haber tenido la corriente a favor durante estas seis horas, y cualquier nadador que conozca esas aguas sabe que es absurdo. Y es mentira que entre las 0.15 y las 1.25 nadara a 30 kilómetros por hora, como señala Meca en su propia página web. Es mentira», recalca Cabañero. (En relación a esta última afirmación, he buscado en la web de David Meca y no he podido encontrar ningún párrafo en el que se diga que el nadador recorrió 30 kilómetros en una hora)

Cada uno es libre de tener su opinión. Hay gente que considera a Meca un farsante, y hay gente para la cual es un auténtico superhombre. Pero hay algo que es indudable: cuando piensas que semejante hazaña puede ser verdad, se te despierta un auténtico sentimiento de superación y de espíritu de lucha. Y eso es algo que te generan muy pocas personas en este mundo. Por ello, creo y quiero creer que un hombre fue capaz un día de nadar desde España hasta las Baleares. Tenemos tantos famosos y tan pocos héroes en este país, que espero de corazón que Meca esté entre los segundos y no entre los primeros.


1 comentario:

  1. Gran entrada alejada del deporte de masas, que al final es lo que interesa.
    Felicidades.

    ResponderEliminar