jueves, 30 de mayo de 2013

SVETLANA KHORKINA: LA DIVA DE LA GIMNASIA (I)



Continuando con mi intención de abarcar un número notable de deportes, hoy me lanzo con uno del que no he escrito todavía, la gimnasia artística. Y lo voy a hacer recordando la carrera de una de las gimnastas más famosas y brillantes de finales del siglo XX y principios del XXI, la rusa Svetlana Khorkina. Un nombre que a buen seguro todos los amantes de este deporte recuerdan.





Nacida en Belgorod en 1979, pocas gimnastas han roto como ella los moldes de esta disciplina, en su caso por dos motivos: el primero, la longevidad de su carrera (se mantuvo durante diez años consecutivos sumando medallas en grandes eventos); el segundo, por su físico, dado que su estatura (1,65 metros) no invitaba precisamente al éxito en la gimnasia artística. 

 Efectivamente, en un deporte en el que muy pocas chicas  superan los 160 centímetros, la tall de Khorkina destacaba de sobre manera. Ello provocó que muchas de sus rutinas fueran diferentes a las de sus rivales y que, en busca de una mayor originalidad y eficacia en sus ejercicios, fuera un ejemplo de innovación al crear hasta 8 elementos reconocidos por la Federación Internacional de Gimnasia. De ellos, 3 fueron en barras asimétricas, dos en barra de equilibrio, otros dos en salto y uno en suelo. 

Toda su carrera la pasó ligada a un entrenador: Boris Pilkin, su descubridor cuando contaba con tan solo 4 años. Exigente y al mismo tiempo de carácter afable, se convirtió en el hombre clave para desarrollar la carrera de la gimnasta rusa, al ayudarla en la creación de los movimientos ya citados y al saber dominar y dirigir el especial carácter de Khorkina, a pesar de que cuando la rusa llegó al profesionalismo Pilkin ya contaba con más de 60 años. Svetlana siempre se mostró agradecida a Boris, como lo prueban sus declaraciones al producirse la muerte de su entrenador en el año 2010: “Siempre lo recordaré en mi mente y en mi corazón, él es una gran pérdida para la gimnasia rusa y para mi”.
                                                                                    








El debut profesional de Khorkina se produjo en abril de 1994, a los 15 años, en los campeonatos del mundo individuales de Brisbane, Australia. Y lo hizo con un éxito más que destacable, al conseguir dos medallas de plata en las finales por aparatos de barras asimétricas y salto. Sus éxitos en los mundiales de aquella primera temporada se completarían con la medalla de bronce obtenida por equipos en noviembre en Dortmund (única ocasión en la historia en la que las competiciones individual y por equipos se han celebrado de forma separada). En el vídeo qué tenéis a continuación (uno de los muchísimos que podéis encontrar en Youtube con Khorkina de protagonista, yo aquí pondré una selección) podéis ver los saltos que le valieron la medalla de plata.




Esa misma temporada, en el europeo femenino celebrado en Estocolmo, Svetlana ganaría su primer oro en asimétricas y dos platas en el programa individual y por equipos. Cinco medallas en grandes eventos en su primer año en la élite podían considerarse un magnífico resultado.

Al año siguiente, Khorkina elevó aún más el listón en el mundial de Sabae (Japón), logrando el 2º puesto en el programa individual (39,130 de puntuación final) y logrando su primer oro mundial en asimétricas, con una nota espectacular: 9,900. Lo logró además en un año en el que el campeonato estaba repleto de figuras: Podkopayeva, Miller, Gogean, Moceanu, Amanar… A pesar de la exigencia, la esbelta gimnasta rusa ya se había hecho con un hueco en la élite. 








Estos éxitos de 1994 y 95 marcan el inicio del tiránico dominio que ejerció Khorkina sobre las barras asimétricas durante prácticamente una década. A pesar de las dificultades que su estatura podía generarle en el aparato, Khorkina resolvía sus rutinas con elegancia y perfección, acompañando sus ejercicios con algunos movimientos espectaculares.  El ejercicio anterior, con una puntuación muy cercana al 10, es buen ejemplo de ello.


En 1996 el gran evento era, sin duda, los Juegos Olímpicos de Atlanta, pero anteriormente hubo campeonatos del mundo y de Europa en los que Khorkina compitió. Y en los tres torneos confirmó lo que ya había apuntado en temporadas anteriores en asimétricas, al alzarse en todos ellos con la medalla de oro en la modalidad. Primero fue el título mundial, empatando en San Juan (Puerto Rico) con la bielorrusa Elena Piskun en lo alto del podio. Posteriormente, en el europeo de Birmingham se produciría un histórico triple empate entre la propia Khorkina, Simona Amanar y Lilia Podkopayeva; otra medalla de oro a la que hubo que sumar la plata que logró con el conjunto ruso.

Pero el momento estelar de aquella temporada era Atlanta, ya que es en los Juegos Olímpicos cuando la gimnasia artística alcanza su máxima repercusión dentro del deporte mundial. Y en su primera olimpiada, Khorkina también tuvo metales: además de llevarse la plata por equipos con Rusia, logró el oro en las asimétricas con una nota de 9,850, por delante de Amy Chow y Bi Wenjing. Además, este triunfo compensó la decepción sufrida en la final del programa completo, donde una caída precisamente en asimétricas le privó de estar mucho más arriba en la lucha final (acabó 15ª).



Consagrada por los Juegos, Khorkina acudió al mundial del 97 en Laussane con más ambición que las temporadas anteriores, y obtuvo resultados espectaculares. Por equipos, logró una nueva medalla de plata, solo superadas por el potentísimo equipo de Rumania. En las pruebas individuales, Khorkina estuvo presente en todas las finales, y se alzó con la plata en suelo y barra de equilibrios, y el oro en las asimétricas (prolongando su hegemonía) y en el programa completo (primera gimnasta en conseguir el título para Rusia), batiendo a Simona Amanar en la última rotación con otra excelente actuación en su especialidad. En el siguiente vídeo podéis ver su triunfo gracias a su ejercicio en asimétricas y su emocionada reacción al saberse campeona.
 


Para entonces, además de una bien merecida fama de estrella de la gimnasia, Khorkina ya se había ganado el apelativo/descalificativo de “diva” dentro del mundo del deporte. Sus mohines, muecas, sonrisas, lágrimas y cambios de look no habían pasado desapercibidos ni para jueces, ni para rivales ni para espectadores, y no siempre eran bien recibidos. Entre otras cosas, porque chocaba de lleno con la actitud de otras muchas gimnastas, mucho más serias y reservadas (especialmente entre las que, como ella, procedían de Europa del Este). Incluso se le llegó a acusar, en ocasiones, de flirtear con los jueces para conseguir un mayor apoyo en las votaciones. El posado que realizó en noviembre de 1997 para la versión rusa de la revista “Playboy” no ayudó, obviamente, a cambiar esta imagen.

Al respecto de su fama de diva, Khorkina nunca se ha escondido ni ha tenido muchos reparos en admitir lo que saltaba a la vista, como lo muestran estas declaraciones que he tomado de la hemeroteca digital del periódico “The Guardian”:

“Mi carrera demostró  que las chicas altas podían hacer cosas increíbles en la gimnasia. Yo abrí el camino. Y ahora soy famosa en todo el mundo (…). No me habrían llamado diva o reina si yo no fuera creativa. Mi vestuario y maquillaje fueron siempre importantes para mí. Cuando la gente viene a ver gimnasia artística, quiere ver también una interpretación, no solo deporte”.






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