jueves, 22 de agosto de 2013

26-3-1979: CUANDO MAGIC Y BIRD SE ENFRENTARON POR PRIMERA VEZ

Uno de los ingredientes que más sabor aporta al deporte es la rivalidad (que no es una palabra sinónima de odio o desprecio). Ganar un partido o un título siempre sabe bien, pero si lo logras ante un equipo o un deportista con el que tengas una tensión competitiva especial, sabe aún mejor. Por ejemplo, es probable que Federer tuviera un recuerdo aún más grato de su Roland Garros si se lo hubiera ganado a Nadal, o el Real Madrid no habría disfrutado tanto de su copa del rey en 2011 si se la hubiera ganado a un equipo que no fuera el Barça.

El post de hoy trata sobre el comienzo una de las rivalidades más famosas de la historia del deporte: la que mantuvieron Earvin "Magic" Johnson y Larry Bird, dos históricos del baloncesto con mayúsculas. Dos jugadores que marcaron una época en la NBA con sus respectivos equipos y sus opuestos estilos: Johnson con Los Angeles Lakers y su célebre "Showtime", basado en un juego alegre, rápido, de contrataques supersónicos y con la sonrisa de Magic por bandera; Bird con sus Boston Celtics, un equipo de raza, dureza, precisión y orgullo, que tenía en Larry a su estrella indiscutible. Entre ambos jugadores y equipos, sumaron 6 MVP (3 para cada uno) y 8 anillos de campeón (5 para los Lakers, 3 para los Celtics) entre 1980 y 1990.


A la hora de redactar estas líneas, parto de la base de que todo el mundo conoce la personalidad y el talento de estos dos fenómenos. Pero, por si hay algún despistado y porque siempre es un placer ver a los grandes en acción, os incluyo a continuación un par de vídeos en los que quedan patentes las habilidades de ambos: en el caso de Magic, un atleta que representaba la fantasia en estado puro; en el de Bird, la inteligencia, la intuición y la astucia más extraordinarias que puedan recordarse en una cancha.



Sin embargo la rivalidad entre ambos, cuyo cénit llegó con las finales que enfrentaron a Celtics y Lakers en el 84, 85 y 87, tuvo un comienzo que no hay que buscar en la NBA, sino en el baloncesto universitario. En el célebre torneo de la NCAA tuvo lugar el primer partido que enfrentó a ambos, y no fue un partido cualquiera: estamos hablando de la gran final del torneo en el año 79, que enfrentó a los Sycamores de Indiana State, liderados por Larry Bird, y a los Spartans de Michigan State, con Earvin Johnson a la cabeza. Una final que tuvo un seguimiento espectacular, batiendo records de audiencia y con todos los aficionados pendientes del duelo entre dos jugadores que entonces eran figuras del baloncesto universitario, y posteriormente ascendieron a la categoría de leyendas del deporte.

De personalidades muy diferentes, la trayectoria de ambos en el mundo universitario fue destacable, aunque con algunas diferencias. El joven e introvertido Bird, estrella del baloncesto de instituto, parecía destinado a ser un jugador clave en la famosa Indiana University, pero su andadura allí solo duró tres semanas. Procedente de la pequeña localidad de French Link y de costumbres sencillas, el enorme campus de la Universidad de Indiana, con casi diez veces más habitantes que el lugar donde vivía, le hace sentir incómodo, circunstancia a la que muchos suman una presunta mala relación con el entrenador, el técnico Bobby Knight. Bird renuncia a su beca y se vuelve a French Link con su familia, aceptando trabajos sencillos a tiempo parcial hasta que se le presenta una oportunidad que le resulta apetecible: jugar para los Sycamores de Indiana State University, una entidad mucho más modesta y tranquila, donde Larry se sentirá más a gusto.


Debutando con Indiana State en 1976, Bird se hará rápidamente un nombre en el basket universitario. Jugará en la NCAA tres temporadas, con unos promedios espléndidos: 30,3 puntos y 13,2 rebotes por partido, con más de un 50% de acierto en tiros de campo y más de un 80% en tiros libres. Llegará incluso a convertirse en el quinto anotador histórico de la competición, a pesar de jugar un año menos que la mayoría de universitarios. Pero además, más allá de los números, Bird hace gala de ser un jugador decisivo, de los que siempre pide el balón en los momentos calientes del partido. Todo esto no pasa desapercibido para el presidente y manager general de los Celtics, el histórico Red Auerbach, que lo elige en el draft de 1978 a pesar de que Bird tiene claro que aún estará un año más en la universidad.

La historia de Johnson tiene un comienzo similar, en lo que se refiere a ser una estrella del baloncesto en el instituto. Es jugando allí, en el Everett High-School, donde un periodista local le pondrá el célebre apodo que le acompañará para siempre, tras un partido en el que sumó 36 puntos, 16 asistencias y 16 rebotes. Convertido ya en Magic, guiará a sus compañeros a dos títulos estatales, y se ganará una plaza en la Universidad de Michigan State, cercana a su casa (como él quería) pero cuyo equipo de baloncesto no pasaba por su mejor época.


La llegada de Johnson se produce a la vez que la de otro futuro NBA, Jay Vincent, y la transformación del equipo es inmediata. De ser un conjunto de escaso brillo, los Spartans pasan a ser un equipo de muchos quilates en los dos años que Magic jugó en la universidad, siendo nombrado novato del año en la competición en el primero de ellos (77-78). Por entonces, Johnson ya es en casi todos los aspectos el jugador que maravilló al mundo en los 80 y principios de los 90: versátil y completo, tiene facilidad para anotar y colabora en el rebote, pero sobre todo es conocido por su extraordinaria habilidad para dar asistencias. Todo ello, acompañado de su habitual sonrisa y sus celebraciones, que entusiasman a su público y cabrean a algunos de sus rivales. A falta de pulir algunos detalles, Magic ya era mágico.

La llegada de ambos jugadores con sus equipos a la final universitaria del 79 es merecida, aunque no está libre de dificultades. Los Sycamores de Indiana State consiguen un record de 33 victorias consecutivas, ganado todos los partidos de la temporada anteriores a la final. El faro que les guía hasta el último partido no es otro que Larry Bird, estrella absoluta e indiscutible del equipo sin el cual el milagro de la final hubiera sido imposible. El resto de jugadores titulares del equipo (Brad Miley, Alex Gilbert, Steve Reed y Carl Nicks) están muy por debajo de su aportación, siendo siempre Bird el encargado de jugársela cuando la cosa se pone fea. Esta dependencia se dejará ver con más fuerza que nunca en la semifinal ante De Paul University, partido que los Sycamores ganarán 76 a 74 con 35 puntos, 16 rebotes, 9 asistencias y 16 de 19 aciertos en el tiro para Bird. El sueño del equipo modesto de triunfar en un mundo de gigantes estaba a un partido de hacerse realidad.


La trayectoria de los Spartans de Michigan va de menos a más. Con 4 ganados de 8 posibles en sus primeros partidos, su clasificación para las eliminatorias directas corre peligro por momentos, pero diez victorias consecutivas se traducen en el primer puesto de la conferencia. Ya en los partidos a vida o muerte, los Spartans se muestran intratables: 95-64 a Lamar, 87-71 a Louisiana State, 80-68 a Notre Dame y, ya en la Final Four de Salt Lake City, 101-67 a Pensylvania. El líder de esta racha triunfal es Magic, pero el base tiene en Greg Kelser, Jay Vincent, Mike Brkovich y Ronald Charles mejores aliados que Bird en su equipo. La llamada final de los modestos, con dos equipos que nunca antes habían llegado al último partido, ha quedado confirmada.

El partido clave se disputa el 26 de marzo, con las gradas abarrotadas y una pancarta en las gradas que recogen las cámaras y que parece premonitoria: "Welcome to Magic kingdom". Las dos estrellas, Bird y Johnson, son el centro de atención de todos los aficionados. Ambos se respetan muchísimo: Magic, al igual que el resto de los Spartans, sabe que Larry es la gran amenaza de Indiana State y todos juntos han trabajado en los entrenamientos una defensa especial para frenarle. Bird por, su parte tiene en su mente el recuerdo de aquel increible base de 2,06  del cual había sido compañero de selección, junto con otros universitarios, en un torneo celebrado el verano anterior. Cuando Larry regresó de aquel torneo, dijo lo siguiente de Magic a su hermano mayor: "He visto al mejor jugador universitario, es "Magic" Johnson".


El partido se inicia con Miley, Gilbert, Bird, Reed y Nicks en cancha por parte de los Sycamores, y Kelser, Brkovich, Donnelly, Johnson y Charles por los Spartans. Tácticamente hablando, las dos estrellas asumen funciones diferentes: Bird se sitúa cerca del aro y de la zona, para aprovechar su gran intuición  para el rebote y su habilidad para ganarse espacio para tirar. No parece que tenga sentido sacarlo de esas posiciones, dado que la línea de tres puntos no existe aún y su habilidad para el lanzamiento no va a tener un premio especial por hacerlo de lejos. Johnson por su parte, no parte como el encargado de subir el balón (esa función recae, sobre todo, en el canadiense Mike Brkovich), pero si que lo recibe muchas veces en posiciones avanzadas, para que se juegue el tiro o se encargue del último pase.

En los primeros minutos, queda patente que los Spartans tienen las ideas muy claras: toda la táctica defensiva pasa por anular a Larry Bird. Para ello, realizan una defensa zonal, con tres hombres muy cerca del aro, y una vigilancia constante sobre Bird, que en ocasiones llega a ser de hasta tres jugadores cuando recibe la bola. Johnson y sus compañeros dejan cierto margen de tiro a los compañeros de Larry, pero cuando el rubio jugador coge la pelota los espacios desaparecen a su alrededor. A pesar de ello, Bird no empieza mal del todo, combinando canastas con errores y con buena aportación en defensa.


Magic, por su parte, empieza con buen pie, anota con frecuencia y durante la primera parte se desmarca con algunas asistencias extraordinarias, incluyendo un espectácular alley oop con Greg Kelser. Johnson se siente cómodo con el desarrollo del juego, y lidera a unos Spartans que, con el citado alley oop, se ponen 34-23 en el marcador. Los de Michigan, tras un comienzo igualado, están dominando a los Sycamores en todos los aspectos del juego, especialmente en fluidez ofensiva y en el rebote, faceta en la que Kelser, Vincent y Charles están superando clarísimamente a Miley y Gilbert. Solo Bird mantiene el tipo ante ellos.

Mediada la primera parte, ya se puede afirmar que la defensa sobre Bird está siendo un éxito. Larry tiene muchísimas dificultades para tirar con comodidad (tal y como muestra la imagen) debido a la estrechísima vigilancia y a menudo se ve obligado a devolver la pelota tal y como la recibe. Sus compañeros le buscan en todas las jugadas (y cuando digo todas, es todas), pero su aportación en puntos y porcentaje de tiro está muy por debajo de las cifras de la semifinal ante De Paul. El técnico de Indiana, Bill Hodges, intenta solucionarlo danto entrada a un jugador exterior más, para aligerar el número de jugadores en la zona y que Bird tenga más espacio. Pero es en vano, Judd Heathcote, entrenador de los Spartans, no cae en el truco y mantiene su sistema táctico, que tan buenos resultados está dando.


Los Sycamores solo consiguen recuperar un poco la compostura en los últimos minutos de la primera parte, cuando Heathcote sienta a Magic Johnson hasta el descanso tras habersele señalado su tercera personal. Sin su mejor jugador, Michigan baja algo el ritmo y el 23-34 acaba convirtiéndose en un 28-37. Bird, a pesar de las dificultades, suma 11 puntos y es el máximo anotador y reboteador de su equipo. En los Spartans, además de Magic, Greg Kelser está rindiendo a un excelente nivel en puntos, rebotes y trabajo defensivo.

En los primeros minutos de la segunda parte, Michigan pone la directa y deja el partido casi sentenciado. El marcador llega a registrar un 46-30, con un papel estelar de Terry Donnelly, el jugador en teoria menos desequilibrante del quinteto de los Spartans, que vivirá su día de gloria al anotar 15 puntos en la final. Los Sycamores siguien sin encontrar a Bird, que además está fallando algunos tiros más o menos fáciles. Con el agua al cuello y el duelo casi perdido, Indiana State intensifica su presión individual, buscando provocar más errores en Michigan. 


No está claro si fue ese aumento de la presión por Indiana o el exceso de confianza por parte de los Spartans, pero lo cierto es que los Sycamores consiguieron reducir diferencias cuando todo parecía perdido. A pesar de la escasa aportación anotadora en esos minutos de Bird, siempre marcado, sus compañeros viven unos instantes de asombrosa efectividad que lleva el encuentro a un marcador de 46-53 a falta de 8:30. Con el objetivo de frenar la remontada, Michigan empieza a ralentizar descaradamente sus ataques, en los que Magic toma mucha más responsabilidad a la hora de conducir y subir el balón. Además, Johnson protagoniza la que es seguramente la acción más espectacular del partido: un mate a una mano saltando por encima de su marcador, del que además recibe una falta personal, anotando los dos tiros libres y logrando una jugada de cuatro puntos.


El partido no ha finalizado, Indiana State se recupera a trompicones de esta jugada y hasta en tres ocasiones tiene la oportunidad de ponerse a 5 puntos, la última de ellas a falta de 2:30 y con la pelota en manos de Bird. Pero el rubio jugador falla en los momentos decisivos y los de Michigan no desperdician los repetidos indultos de los Sycamores.Un minuto más tarde una asistencia de Johnson desde la línea de fondo para Greg Kelser pone a los suyos 10 arriba y sentencia el partido. En los últimos segundos, y a pesar de que todo está perdido, Indiana State hace un ejercicio de dignidad y lucha hasta el final, pero es de nuevo Kelser y de nuevo tras un gran pase lejano de Johnson el que machaca la última canasta, para poner el 75-64 defintivo.

En los minutos siguientes, se produce el inevitable contraste entre ganadores y perdedores. Un sonriente Magic, elegido jugador más valioso del año en la NCAA y máximo anotador del partido, habla junto con su entrenador para la televisión. Por su parte, Bird es la viva imagen de la desolación: escondiendo la cara bajo una toalla, no puede disimular la frustración de haber perdido un título que ya nunca ganará. Años después, Larry resumía su encuentro y sus sentimientos con sencillez y sinceridad: "No jugué nada bien, no tiré nada bien. Era el partido más importante de mi vida y es la peor derrota de mi carrera, aún duele". El rubio jugador era consciente de que ser el máximo anotador de su equipo (19 puntos) y el máximo reboteador del partido no compensaban su serie de 7 de 21 en tiros de campo, ni su ineficacia en los momentos decisivos. En aquella ocasión había sido superado por sus adversarios, algo que la revista Sports Illustrated resumió a la perfección en una frase: "They caged the Bird".


Aquel encuentro, al cual os dejo un enlace bajo por si queréis verlo, marcó el inicio de una rivalidad (y con el tiempo, amistad) que hizo resurgir a la NBA de sus cenizas. En su primera temporada, ambos ya empezaron a marcar su ley: Johnson logró su primer anillo de campeón, con un papel capital en la final ante los Sixers. Bird fue rookie del año y llevó a su equipo hasta las Finales de Conferencia. El primer asalto lo había ganado Magic, pero en la década siguiente ambos jugadores continuaron viviendo batallas memorables que elevaron enormemente la popularidad del baloncesto, con las camisetas de los Lakers y de los Celtics. Pero esa, es otra historia...





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