En la historia en general y en la del deporte en particular, es bastante común que sólo quede el recuerdo de los vencedores. Aquellos que han ganado el partido, la carrera, el torneo o cualquiera que sea la competición, suelen convertirse en los que forman parte de nuestra memoria, quedando frecuentemente en el olvido los que fueron derrotados o superados.
Sin embargo, no siempre es así. Hay ocasiones en las que un deportista o un equipo, por el motivo que sea y a pesar de no lograr la medalla o el campeonato, queda grabado en el recuerdo de los seguidores. La entrada de hoy va dedicada a uno de esos equipos de fútbol que, a pesar de no haber sido campeón, no ha sido olvidado por la gente que les vio jugar: el Brasil del mundial de España 82. ¿La causa? Tan lógica como complicada: el extraordinario talento y juego de ataque mostrado por sus futbolistas, que convirtieron todos y cada uno de sus partidos del torneo en un espectáculo.
Equipo tipo de Brasil en el Mundial de España 82. De pie: Waldir Peres, Leandro, Óscar, Falcao, Luisinho y Junior. Agachados: Sócrates, Cerezo, Seginho, Zico y Éder
El nacimiento de aquella selección y su forma de entender el fútbol hay que buscarlo, además de en la calidad de sus futbolistas, en la personalidad de su técnico Telê Santana. Este mítico entrenador brasileño llega a la selección en 1980, una década después de que Brasil ganará su último mundial en México 70. Una década en la que la "canarinha" había perdido su identidad: de ser un equipo fantasioso y ofensivo, se había pasado a un estilo mucho más táctico y físico, incluso duro en ocasiones. La calidad de los jugadores disponibles había bajado respecto a otras épocas, y Brasil intentó suplirla en los 70 con una interpretación del fútbol más europea que la suya tradicional. Los resultados no fueron muy brillantes: en el 74, la "Naranja Mecánica" de Johan Cruyff les pasó por encima; y en el 78, a pesar de no perder ni un solo encuentro, fueron eliminados en segunda fase tras quedar Argentina como primera de grupo, y dejando tras de si una imagen bastante pobre en cuanto a espectáculo. Hacia falta un cambio de rumbo para España 82.
Y ese cambio de rumbo lo puso Telê Santana. Famoso por su juego de ataque, la idea del técnico era clara: iba a poner a los jugadores más talentosos de que dispusiera, relajando los rigores tácticos. Y así lo hizo desde su llegada al banquillo, con unos resultados casi inmediatos: en los dos años previos al Mundial, Brasil solo perdió un partido, y consiguió la clasificación para la Copa del mundo contando sus cuatro partidos por victorias y con 11 goles a favor y dos en contra. Fueron dos años en los que el técnico fue construyendo su equipo tipo, hasta formar un once titular base que asombraría en España 82.
El histórico entrenador de aquella selección: Telê Santana
El talento y el carácter ofensivo de aquel equipo se podían vislumbrar desde la defensa. Los laterales, Leandro por la derecha y Junior por la izquierda, eran dos jugadores de clarísima vocación ofensiva, que interpretaban sus bandas como dos autopistas, y con calidad para centrar al área. Especialmente relevante era el caso de Junior, un jugador con una enorme calidad técnica, hasta el punto de que cuando fue a jugar a la liga italiana con 30 años en el Torino, lo hizo para actuar de centrocampista organizador con gran éxito; seguramente hubiera sido titular indiscutible en la medular de cualquier otra selección del mundo, pero la media de aquella Brasil ya estaba saturada de jugadores brillantes.
La defensa la completaban Óscar y Luisinho, dos centrales a priori solventes, fuertes, buenos en el juego aéreo y que intentaban sacar el balón jugado. Era frecuente también que subieran a rematar corners y faltas (siendo Óscar especialmente peligroso en este aspecto), aunque debían de vigilar muy bien su posición con el juego en marcha dadas las frecuentes aventuras ofensivas de laterales y pivotes.
Leovegildo Lins da Gama, "Junior", el fenomenal lateral izquierdo del Brasil del 82
Además de Junior, el cuarteto del centro del campo era lo mejor de aquella Brasil. De cubrir campo, ayudar en defensa e iniciar el juego de ataque se encargaba Toninho Cerezo, un futbolista incansable que triunfó en la liga italiana con la camiseta de la Roma y la Sampdoria. Junto a él, también abarcaba mucho espacio Paulo Roberto Falcao, un centrocampista todoterreno que llegó al Mundial en plenitud de forma y cuyas llegadas desde segunda línea creaban mucho peligro, tanto por su calidad para el pase como por su potente disparo. La presencia de estos dos jugadores, además de su innegable calidad, aportaban cierto equilibrio al equipo y daba más libertad de movimientos a los dos fenómenos que había en la mediapunta: Sócrates y Zico.
Sócrates era un futbolista casi irrepetible. Con sus 1,92 metros, se movía por el campo con un equilibrio y control del balón difíciles de creer en un hombre de su estatura. De gran fuerza física y complicado de marcar por sus imprevisibles cambios de ritmo, también destacaba por su visión de juego, su regate y su capacidad goleadora. Su fuerte personalidad (fue capaz de reivindicar la democracia para su país en un momento en el que Brasil se hallaba bajo una dictadura militar, con los riesgos que esa actitud siempre supone) y su peso dentro del equipo le llevaron a lucir el brazalete de capitán en el mundial.
"El doctor" Sócrates llenaba de elegancia y talento el centro del campo de aquella Brasil
Y de Zico... Me limitaré a decir tres cosas: le llamaban el "Pelé Blanco", fue tres veces jugador sudamericano del año (1977, 1981 y 1982) y aquí tenéis un vídeo para sacar vuestras propias conclusiones sobre él. Disfrutarlo.
Con una defensa más que respetable y con aportación ofensiva, y un centro del campo casi inigualable, las dudas razonables se cernían sobre la portería y la delantera. Bajo el marco se situaba Waldir Peres, el guardamenta del Sao Paulo, que había estado en el banquillo de la selección en los mundiales de 1974 y 1978. No era un mal guardameta, pero no se hallaba al nivel del resto del equipo. Un caso parecido (y que se agravó mucho con el devenir del Mundial) era el de Serginho, delantero centro titular de la selección por la lesión del hombre que ocupaba ese puesto, Careca. Aunque la trayectoria profesional de Serginho no fue tan mediocre (jugó en algunos de los mejores equipos brasileños de la época y fue máximo goleador de su liga en 1983), sus cualidades distaban mucho de las de sus fantasiosos compañeros. Las ocasiones que desperdició en el partido decisivo le convirtieron en el blanco de críticas despiadadas tras la eliminación.
Y, finalmente, completando la vanguardia del equipo, el extremo izquierdo Éder, del Atlético Mineiro. Menos conocido que Zico, Sócrates y compañia, era un jugador con una enorme calidad técnica (cómo comprobaréis en vídeos posteriores), pero algo irregular en su juego. Con estos 11 futbolistas como equipo indiscutible, y el esquema básico de juego que incluyo a continuación, Brasil se presentó en España con un único y claro objetivo: el tetracampeonato...
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