Aprovechando el aún
cercano (y tan exitoso para nosotros) mundial de balonmano celebrado en nuestro
país, quiero que el primer post dedicado a un deportista en concreto sea para
uno de los históricos españoles de este deporte. Un jugador extraordinario,
tanto por su rendimiento como por su carácter y longevidad dentro de la pista.
Hablamos del gran Mateo Garralda, un jugador con un palmarés como muy pocos y
que rara vez dejó indiferente a alguien.
Nacido en Burlada
(Navarra) en 1969, practicó varios deportes en su niñez, mostrando desde muy
pronto talento para el balonmano. Hasta el punto de que, contando con solo 13
años, el BM Granollers se interesó en incorporarlo a su cantera. Su primera
oportunidad era realmente buena: en aquel momento (como en buena parte de su
historia), el Granollers era uno de los mejores equipos de la Liga Española; y
aunque los títulos de los años 70 ya quedaban un poco lejos (el último en el
74), venía de ser tercero la temporada anterior. Además, el club tenía buena
reputación en cuanto al trabajo con categorías inferiores. Sin embargo sus padres,
temerosos ante la idea de perderle a una edad tan temprana, declinaron la
opción.
Pero el Granollers
había tomado nota de sus habilidades y no se olvidó de aquel chaval navarro
destinado a triunfar. Tras muchas conversaciones e intentos de la entidad del
Vallés, Garralda recibió el consentimiento familiar de partir hacia tierras
catalanas a los 16 años. Entre otros factores ayudó que el joven jugador, que
ya era asiduo de las convocatorias de las selecciones en categorías inferiores,
fuera a alojarse en la prestigiosa residencia Blume, situada en Esplugues de
Llobregat. Ese sería el hogar de Garralda en los años siguientes, en los cuales
se consolidaría como jugador de Primera División.
En Granollers muere la
promesa y nace el jugador de élite que vimos durante tantas temporadas en las
canchas. Desde su posición de lateral derecho, Garralda va a empezar a despuntar
a nivel nacional, con temporadas caracterizadas por su lucha y entrega, siempre
acompañadas de una buena capacidad realizadora. Las prestaciones del jugador le
llevarán a debutar con la selección española en 1988, apenas un año después de
haber sido subcampeón del mundo junior (lo volvería a ser en 1989). En Granollers, destacará junto a él otra
joven promesa que en 1990 hará las maletas hacia el F.C. Barcelona: Enric
Masip, considerado uno de los mejores centrales españoles de todos los tiempos,
y con el que Garralda trabará una gran amistad.
Mateo solo sobrevivirá
una temporada más que Masip en el equipo, puesto que en el verano de 1991 será
el fichaje de campanillas del Atlético
de Madrid. Es un ligero paso adelante en su carrera, un equipo también de
solera que las dos temporadas anteriores había ocupado el tercer puesto en Liga.
Podía haber sido un gran proyecto deportivo, ya que junto a Garralda había
jugadores de talla como Urdiales, Marín o el gran portero Thomas Svensson, sin
olvidarnos de un jovencísimo Jose Javier Hombrados. Existía la base para que el
Atlético pudiera volver a la senda de los títulos
El sueño rojiblanco,
sin embargo, solo duró un año más. La temporada del equipo y de Garralda no
fueron malas (reeditaron la tercera plaza de la temporada anterior), pero la
falta de rentabilidad económica del equipo llevó a Jesús Gil a reducir
drásticamente el presupuesto de la sección. Los buenos contratos ya no eran viables
y las figuras del equipo emigraron a otros conjuntos de peso. En el caso de
Garralda, su destino fue el Teka de Santander, que completó su equipo con otras dos
incorporaciones de auténtico lujo: Mijail Jakimovich y Talant Dujshbaev.
Además, Garralda tuvo
aquel verano la oportunidad de disputar sus primeros juegos olímpicos, después
de haberse quedado fuera de la convocatoria final de Seul 88. Mateo fue uno de
los jugadores que compusieron aquella selección que se quedó en la fase de
grupos, tras dos derrotas ante el Equipo Unificado y Francia, alcanzando
finalmente el 5º puesto. No fue el comienzo soñado en su carrera olímpica, pero
tiempo después saldaría esta cuenta pendiente. La exitosa trayectoria de
Garralda en la selección continuaría en el año siguiente, al formar parte del
equipo ideal del mundial de balonmano de Suecia 93, en el que España acabó
también quinta.
La llegada de Garralda
al Teka fue el comienzo de un idilio del burladés con los títulos, idilio que
continuo durante la mayor parte de la carrera. En Cantabria ganó las dos ligas
ASOBAL que disputó, además de la copa EHF en 1993 y la copa de Europa de 1994.
Sin embargo la participación de Mateo en los títulos del 94 se ve disminuida y
ensombrecida por una grave lesión de ligamentos producida de una forma muy
diferente según las partes implicadas. El jugador siempre sostuvo que fue un
accidente doméstico; desde el club, se aseguraba que había sido producto de un
partido de fútbol con amigos cuando estaba disfrutando de las vacaciones de
Navidad, y que se habría agravado jugando con España.
Con mucho dinero en
juego (los costes de la operación, el salario del jugador) en un momento en el
que el Teka se hallaba en dificultades económicas, el club tomó medidas
drásticas: se negó a asumir los gastos de la recuperación de Garralda, y le
abrió expediente disciplinario. El jugador no volvió a vestir la camiseta del
conjunto cántabro, y al final de temporada fichó por el equipo que iba a marcar
una época en Europa en los años siguientes: el F.C. Barcelona. Fue la primera
pero no la última vez que Mateo abandonó uno de sus equipos de forma
tormentosa.
Su llegada a Barcelona
en julio de 1994 coincidirá con los años dorados de aquel equipo, que dominó el
panorama del balonmano español y europeo como ningún otro conjunto había hecho
antes. Con una enorme lista de jugadores inolvidables (el propio Garralda,Masip,
Urdangarín, Guijosa, Barrufet, O’Callaghan, Xepkin, Barbeito, Ortega, Lozano, Svensson…)
que sufrió pocas variaciones durante esas temporadas, y dirigidos por Valero
Rivera, el Barça fue capaz de realizar cinco dobletes consecutivos de copa de
Europa y liga ASOBAL entre el 96 y el año 2000. Toda una hazaña que parece
imposible que vuelve a repetirse.
Durante sus cinco años
como azulgrana, Garralda será una de las piezas importantes del equipo,
aportando su carácter, potencia y capacidad anotadora a la talentosa escuadra.
Su exitosa trayectoria se traduciría con éxito ya en su primera temporada, con
el triunfo en la Recopa de Europa y en la copa ASOBAL. En las siguientes temporadas
viviría el triunfo repetidamente, sumando un total de 17 títulos.
Sin embargo, Garralda
no cerrará ese ciclo dorado con sus compañeros en el año 2000, puesto que una
temporada antes abandonó la entidad azulgrana. En esta ocasión las
discrepancias con su técnico Valero Rivera provocaron la salida del club del
jugador navarro, que según el entrenador no estaba dispuesto a aceptar de la
forma adecuada la posibilidad de ser suplente en una plantilla tan competitiva.
Garralda, que pocos meses antes había desestimado la opción de irse al Kiel
alemán, se sintió atacado y optó por pedir la carta de libertad a pesar de que
aún le quedaban seis años de contrato. Apenas unas horas después de su
despedida, Mateo firmaba por su nuevo equipo, que le traía de vuelta a su
Navarra natal: el Portland San Antonio.
La fuerte personalidad
de Garralda, que no era de los que se mordía la lengua (algo que el jugador
siempre ha reconocido), ya le había granjeado problemas tiempo atrás con otro
gran técnico español y seleccionador del combinado nacional por aquel entonces:
Juan de Dios Román. Tras el relativo fracaso en el mundial de Japón en junio de
1997 (en el que España ocupó el séptimo puesto), Garralda abandonó durante un tiempo la selección al
enfrentarse al entrenador por considerar que este no estaba siendo lo bastante
ambicioso en cuanto a resultados ni estaba yendo de frente con él a la hora de
aceptar sus críticas. Afortunadamente, las aguas volvieron a su cauce, se limaron
asperezas y Mateo volvió a la selección española en diciembre del 98.
Una selección con la
que Garralda ya había vivido, y volvería a vivir poco tiempo después, un
triunfo muy especial: la consecución de medallas olímpicas, en ambos casos de
bronce. La primera en 1996, formando parte de un bloque de jugadores
excepcional, compuesto por varios de sus compañeros del Barcelona y completado
por con otros nombres de probada categoría (Josu Olalla, Juancho Pérez, Jaume
Fort, Jose Javier Hombrados y el ya nacionalizado Dujshebaev como los más
destacados). La segunda presea vendría en el año 2000, con un bloque en el que
había mayor presencia azulgrana (Masip, Xepkin, O’Callaghan, Barrufet…) y que
venía a corroborar a nuestra selección como uno de los rivales más temibles del
viejo continente.
Por cierto, que de esa
primera medalla, la conseguida en los juegos de Atlanta, parte una de las
anécdotas más curiosas que ha dado la carrera de Garralda. Ante la ausencia por
lesión en los juegos de su gran amigo Enric Masip, Mateo le prometió que de
conseguir España una medalla la partiría por la mitad y le daría una parte. Lo
que para algunos fueron simples palabras se convirtió en promesa cumplida al
poco de regresar de suelo americano, reconociendo así la labor de su compañero
de equipo que, en condiciones normales, hubiese sido indiscutible entre los
seleccionados.
Pero volvamos al
Garralda jugador de club, al balonmanista que abandonó por la puerta de atrás
el Barcelona para regresar a su tierra, donde nunca había jugado como
profesional. Y no lo hacía para vestir la camiseta de un equipo cualquiera: el
Portland San Antonio era en 1999 un equipo que pujaba hacia arriba, venía de
ser 4º en liga y campeón de copa del rey, y estaba dispuesto a invertir para
seguir mejorando. Garralda unía sus fuerzas a ex – compañeros Jakimovich y Barbeito,
y a otros buenos jugadores con resultados inmediatos: campeones de la Recopa, y
subcampeones de liga y de copa ASOBAL.
Sería en la temporada
siguiente cuando el Portland San Antonio alcanzaría sus más altas cotas. Al
potente bloque ya formado se unirían los estelares fichajes de Hombrados y, muy
especialmente, Jackson Richardson, uno de los mejores jugadores del mundo.
Veteranos, pero repletos de talento, el éxito no debía hacerse esperar. La
victoria en la Liga se les escapó ante el Ademar León, pero el gran sueño de
los navarros se cumplió al triunfar en la final de la copa de Europa
precisamente ante el equipo que había dominado el balonmano continental los
últimos años, el F.C. Barcelona. En esa final, Garralda jugó un papel clave en
el partido de ida, al conseguir 8 de los 30 goles de su equipo, que permitieron
al conjunto navarro llegar con una buena ventaja para el partido en el Palau.
Allí, una semana más tarde, el Portland aguantó el tirón y consiguió perder
únicamente por tres tantos, llevándose el título.
Aquel éxito supuso un
hito muy especial para Garralda: haber ganado la copa de Europa como jugador
con 3 equipos distintos, sumando un total de 6 trofeos de la máxima competición
continental. Además, Mateo tuvo un especial detalle con el capitán Álvaro Jauregui,
que no había sido convocado, al cederle el honor de que fuera él quien cogiera
la copa de campeón de manos del rey.
El Portland viviría el
año siguiente otro momento muy especial con la consecución de su primer título
de Liga, con prácticamente los mismos protagonistas del triunfo europeo. Y aún
con Garralda en sus filas, conseguiría un nuevo campeonato nacional, en 2005. Fueron
los años dorados de Portland San Antonio en la Liga, con otros dos
subcampeonatos y permaneciendo durante diez temporadas consecutivas entre los 5
primeros del torneo.
Sin embargo, el
Portland no consiguió repetir éxito en la copa de Europa, a pesar de tener
buenas actuaciones. Especialmente relevante fue el torneo de la temporada
2002/03, en la que el equipo navarro alcanzó la final ante el Montpellier
obteniendo un resultado magnífico en la ida, 27-19. Sin embargo, el desastroso
partido de vuelta, ante un rival muy motivado y (según todas las crónicas) con
un arbitraje descaradamente casero, tuvo como resultado un 31-19 a favor de los
franceses, que se llevaron el título. Garralda, que jugó aquel partido muy
mermado físicamente por serios problemas de espalda, no escatimó su enfado con
los árbitros daneses al final del partido, como podemos apreciar en el
siguiente vídeo:
Mateo nunca volvería a
ganar la copa de Europa, pero todavía le quedaba por hacer un doblete muy
especial, conseguido en el año 2005. Esa temporada, a su segundo título de Liga
con el Portland, se sumó la máxima aspiración de cualquier jugador de
balonmano: se convirtió en campeón del mundo con su selección en Túnez. España,
por fin, subía a lo alto del podio.
En dicho torneo,
Garralda ejerció como capitán, siendo junto con Barrufet, Hombrados y Demetrio
Lozano el superviviente de una generación de jugadores que habían rondado un
gran título pero que no llegaron a conseguirlo. Además de ellos, las nuevas
estrellas del panorama nacional (Romero, Juanín García, los hermanos
Entrerríos, Rocas…) configuraron un potente bloque que dio a España la medalla
de oro tras la extraordinaria victoria ante Croacia en la final por 40-34.
Además, Garralda formó parte del equipo ideal del torneo desde su posición de
lateral derecho, al igual que 12 años antes. Todo un reconocimiento para el
líder en la cancha de aquella selección, cuyas actuaciones ante Alemania (12
goles) y ante Serbia (autor del gol del empate en los últimos instantes) fueron
decisivas.
La trayectoria de
Garralda aún se extendió en las grandes competiciones internacionales al europeo
de Suiza en 2006 y al mundial de Alemania en 2007, aunque su peso en el
combinado nacional ya fue menor. Sin haber llegado a retirarse oficialmente de
la selección, y aunque tenía la esperanza de haber estado en Pekín 2008, los
cuartos de final de Alemania fueron su límite en los torneos internacionales.
En total, sumó un oro mundial, un bronce (Croacia 2000) y dos platas europeas
(España 96 y Suiza 2006) y dos bronces
olímpicos para un total de 233 partidos con la selección, en los que marcó 593
goles.
Además del año de su
último metal con la selección, 2006 fue el año de su salida del Portland San
Antonio al no renovar su contrato, después de 7 temporadas y cuando lo lógico
era pensar que iba a terminar allí su carrera. En esta ocasión, aunque hubo decepción
por no llegar a un acuerdo, no se vivió una situación polémica como en
Barcelona o Cantabria. Al parecer, la causa radicó en que la oferta de
renovación por un año y otro opcional no satisfizo las expectativas del
jugador, que quería un compromiso de mayor duración. Ese compromiso si se lo
hizo el que iba a ser su nuevo equipo, el Ademar León. Garralda firmó por dos
años y empezó una nueva etapa profesional, aún con ilusión a sus 36 años:
“Me voy a un equipo muy bonito para
jugar al balonmano, un club que hace las cosas bien y en el que espero aportar
muchas cosas y rendir con la misma intensidad y ambición que lo he hecho hasta
ahora” (El Mundo, 26-3-2006).
La llegada de Garralda
coincide con una época de grandes aspiraciones en el equipo castellano: la Liga
ASOBAL está bastante abierta, con 4 campeones distintos en los 6 últimos años;
y el equipo tiene talento: además de Mateo, ha fichado o cuenta con jugadores
de probada categoría como el portero Daniel Saric, Raúl Entrerríos, Julen
Aguinagalde o Santi Urdiales. Garralda debía ser uno de los que diera veteranía
y experiencia a un equipo brillante pero relativamente joven.
Sin embargo, sus dos
años de León no serán como hubiera deseado: los títulos no llegan aunque se
toquen con la punta de los dedos (como la final de la Recopa de 2007, perdida
por el goal average ante el Hamburgo), y en su segundo año Garralda tendrá
muchos problemas por culpa de las lesiones, que le llevarán a perderse partidos
importantes de la copa de Europa y la final de la copa ASOBAL. Además, como ya
he comentado anteriormente, dejará de ser convocado para el equipo nacional.
Ante la inseguridad de conseguir un buen (y sobre todo largo) contrato,
Garralda va a aceptar en enero de 2008 una oferta en principio sorprendente: a
partir de julio de ese año jugaría en el Kolding de Dinamarca, su primera
aventura en el extranjero. Los 3 años que le ofrecían y la posibilidad de
seguir en el cuerpo técnico del equipo si optaba por retirarse antes del final
de su contrato fueron los factores que desequilibraron la balanza.
A sus 38 años, Garralda
partía hacia Dinamarca con la intención de mantenerse en la élite hasta el
límite de sus posibilidades e intentar engordar un poco más su palmarés. Y lo
consiguió a la primera, alzándose el
Kolding con el título de Liga en 2009. Fue la primera vez en dos décadas que
Garralda no partía de titular, algo que se mantuvo en la siguiente temporada,
en la cual su papel más frecuente fue el lateral que entraba a cancha para las
jugadas de defensa.
Pero, además, la
temporada 2009-2010 trajo otra novedad en la carrera de Mateo: los inquilinos
durante ocho años del banquillo del Kolding, los hermanos Sivertsson, abandonaron
el equipo, y Garralda se convirtió en uno de los tres entrenadores que
asumirían el control del equipo, junto a Ingemar Linell y Flemming Pedersen. El
navarro, que no tenía intención de retirarse, cumplió los dos años de contrato
que le quedaban como entrenador-jugador, con una más que curiosa evolución si
tenemos en cuenta su edad: en su tercera temporada, y ya con 40 años, fue
cuando asumió un papel más importante en cuanto a presencia en la pista,
contando con más minutos en ataque y aportando un mayor número de goles a su
equipo.
Garralda se hallaba ya
integrado en el conjunto danés, pero antes de que finalizara la tercera
temporada de su contrato se encontró con que el duro presente económico del
Kolding no hacía posible que le presentaran una oferta para continuar, ni como
técnico ni como jugador. Mateo, que parecía haber quedado un tanto olvidado en
nuestro país, volvía a aparecer en los medios de comunicación ante un posible
regreso a liga española. Regreso que, finalmente, se produjo.
Sin embargo, por
primera vez en toda su carrera (y eso a pesar de que estuvo en muchos equipos),
Garralda no se enfundó la zamarra de un equipo destinado a los primeros puestos
de la clasificación. Su destino fue un modesto de la ASOBAL, el Quabyt
Guadalajara. El fichaje, que cristalizó en agosto de 2011 , con Garralda cerca
de cumplir 42 años, permitiría al jugador retirarse en nuestra competición. El
Quabyt, por su parte, ganaba un jugador cuya experiencia, agresividad, carácter
y rendimiento en ataque y defensa podría ser muy útil para consolidar el equipo
en la máxima categoría del balonmano.
La que sería su última
temporada en activo se saldó con buenos números, aunque nuevamente algunos
problemas con las lesiones le impidieron disputar todos los partidos. Al final,
sus 44 goles en 19 encuentros (con un 59% de acierto en el tiro) ayudaron a que
su nuevo club alcanzara la permanencia. La complicidad y sintonía entre la
institución y el jugador fue tal que el 15 de junio de 2012 el club anunció
oficialmente la renovación del jugador por una temporada más. Parecía que el
viejo rockero seguiría jugando al menos otro año.
Sin embargo, en los
días siguientes se produjo un cambio radical del planteamiento inicial: ante
las dificultades de encontrar un entrenador de garantías por parte del club, y
teniendo en cuenta el carácter, conocimientos y experiencia de Garralda en el
mundo del balonmano, el presidente de la entidad le ofreció pasar de ser
jugador a ser el entrenador del equipo. Garralda, que ya no se veía con fuerzas
de jugar y dirigir a la vez, y que ya tenía claro que su futuro en el deporte
pasaba por los banquillos, aceptó la propuesta. El 26 de junio de 2012 se hacía
oficial la retirada del jugador para ocuparse de la dirección técnica del
Quabyt de Guadalajara, iniciando así su trayectoria como técnico en España.
Atrás quedaban 25
temporadas en la élite, vistiendo 8 camisetas diferentes. La cantidad de
títulos conseguidos casi asusta al nombrarla: 6 copas de Europa, 3
Recopas, 1 copa EHF, 4 supercopas de
Europa, 8 Ligas ASOBAL, 3 copas del rey, 2 copas ASOBAL, 3 supercopas de España
y 1 liga danesa. Sin olvidar, por supuesto, todas las medallas logradas con la
selección. Actualmente es, además, el 2º máximo goleador de la historia de la
liga ASOBAL, solo superado por Juanín García.
Con todas estas cifras
queda bastante claro que estamos hablando de una auténtica leyenda del
balonmano español. Un jugador que por su fuerte carácter, su personalidad y su
entrega y dedicación al balonmano nunca pasó desapercibido. Desde este blog, le
deseamos lo mejor en su carrera como técnico. Solo con que gane desde el
banquillo la mitad de lo que ganó como jugador, aún le quedaría muchísimo por
celebrar.
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