viernes, 29 de marzo de 2013

MATEO GARRALDA: EL CAÑONERO DE BURLADA


Aprovechando el aún cercano (y tan exitoso para nosotros) mundial de balonmano celebrado en nuestro país, quiero que el primer post dedicado a un deportista en concreto sea para uno de los históricos españoles de este deporte. Un jugador extraordinario, tanto por su rendimiento como por su carácter y longevidad dentro de la pista. Hablamos del gran Mateo Garralda, un jugador con un palmarés como muy pocos y que rara vez dejó indiferente a alguien.


Nacido en Burlada (Navarra) en 1969, practicó varios deportes en su niñez, mostrando desde muy pronto talento para el balonmano. Hasta el punto de que, contando con solo 13 años, el BM Granollers se interesó en incorporarlo a su cantera. Su primera oportunidad era realmente buena: en aquel momento (como en buena parte de su historia), el Granollers era uno de los mejores equipos de la Liga Española; y aunque los títulos de los años 70 ya quedaban un poco lejos (el último en el 74), venía de ser tercero la temporada anterior. Además, el club tenía buena reputación en cuanto al trabajo con categorías inferiores. Sin embargo sus padres, temerosos ante la idea de perderle a una edad tan temprana, declinaron la opción.

Pero el Granollers había tomado nota de sus habilidades y no se olvidó de aquel chaval navarro destinado a triunfar. Tras muchas conversaciones e intentos de la entidad del Vallés, Garralda recibió el consentimiento familiar de partir hacia tierras catalanas a los 16 años. Entre otros factores ayudó que el joven jugador, que ya era asiduo de las convocatorias de las selecciones en categorías inferiores, fuera a alojarse en la prestigiosa residencia Blume, situada en Esplugues de Llobregat. Ese sería el hogar de Garralda en los años siguientes, en los cuales se consolidaría como jugador de Primera División.

En Granollers muere la promesa y nace el jugador de élite que vimos durante tantas temporadas en las canchas. Desde su posición de lateral derecho, Garralda va a empezar a despuntar a nivel nacional, con temporadas caracterizadas por su lucha y entrega, siempre acompañadas de una buena capacidad realizadora. Las prestaciones del jugador le llevarán a debutar con la selección española en 1988, apenas un año después de haber sido subcampeón del mundo junior (lo volvería a ser en 1989).  En Granollers, destacará junto a él otra joven promesa que en 1990 hará las maletas hacia el F.C. Barcelona: Enric Masip, considerado uno de los mejores centrales españoles de todos los tiempos, y con el que Garralda trabará una gran amistad.


Mateo solo sobrevivirá una temporada más que Masip en el equipo, puesto que en el verano de 1991 será el fichaje de campanillas  del Atlético de Madrid. Es un ligero paso adelante en su carrera, un equipo también de solera que las dos temporadas anteriores había ocupado el tercer puesto en Liga. Podía haber sido un gran proyecto deportivo, ya que junto a Garralda había jugadores de talla como Urdiales, Marín o el gran portero Thomas Svensson, sin olvidarnos de un jovencísimo Jose Javier Hombrados. Existía la base para que el Atlético pudiera volver a la senda de los títulos

El sueño rojiblanco, sin embargo, solo duró un año más. La temporada del equipo y de Garralda no fueron malas (reeditaron la tercera plaza de la temporada anterior), pero la falta de rentabilidad económica del equipo llevó a Jesús Gil a reducir drásticamente el presupuesto de la sección. Los buenos contratos ya no eran viables y las figuras del equipo emigraron a otros conjuntos de peso. En el caso de Garralda, su destino fue el Teka de Santander, que  completó su equipo con otras dos incorporaciones de auténtico lujo: Mijail Jakimovich y Talant Dujshbaev.

Además, Garralda tuvo aquel verano la oportunidad de disputar sus primeros juegos olímpicos, después de haberse quedado fuera de la convocatoria final de Seul 88. Mateo fue uno de los jugadores que compusieron aquella selección que se quedó en la fase de grupos, tras dos derrotas ante el Equipo Unificado y Francia, alcanzando finalmente el 5º puesto. No fue el comienzo soñado en su carrera olímpica, pero tiempo después saldaría esta cuenta pendiente. La exitosa trayectoria de Garralda en la selección continuaría en el año siguiente, al formar parte del equipo ideal del mundial de balonmano de Suecia 93, en el que España acabó también quinta.


La llegada de Garralda al Teka fue el comienzo de un idilio del burladés con los títulos, idilio que continuo durante la mayor parte de la carrera. En Cantabria ganó las dos ligas ASOBAL que disputó, además de la copa EHF en 1993 y la copa de Europa de 1994. Sin embargo la participación de Mateo en los títulos del 94 se ve disminuida y ensombrecida por una grave lesión de ligamentos producida de una forma muy diferente según las partes implicadas. El jugador siempre sostuvo que fue un accidente doméstico; desde el club, se aseguraba que había sido producto de un partido de fútbol con amigos cuando estaba disfrutando de las vacaciones de Navidad, y que se habría agravado jugando con España. 

Con mucho dinero en juego (los costes de la operación, el salario del jugador) en un momento en el que el Teka se hallaba en dificultades económicas, el club tomó medidas drásticas: se negó a asumir los gastos de la recuperación de Garralda, y le abrió expediente disciplinario. El jugador no volvió a vestir la camiseta del conjunto cántabro, y al final de temporada fichó por el equipo que iba a marcar una época en Europa en los años siguientes: el F.C. Barcelona. Fue la primera pero no la última vez que Mateo abandonó uno de sus equipos de forma tormentosa.

Su llegada a Barcelona en julio de 1994 coincidirá con los años dorados de aquel equipo, que dominó el panorama del balonmano español y europeo como ningún otro conjunto había hecho antes. Con una enorme lista de jugadores inolvidables (el propio Garralda,Masip, Urdangarín, Guijosa, Barrufet, O’Callaghan, Xepkin, Barbeito, Ortega, Lozano, Svensson…) que sufrió pocas variaciones durante esas temporadas, y dirigidos por Valero Rivera, el Barça fue capaz de realizar cinco dobletes consecutivos de copa de Europa y liga ASOBAL entre el 96 y el año 2000. Toda una hazaña que parece imposible que vuelve a repetirse.


Durante sus cinco años como azulgrana, Garralda será una de las piezas importantes del equipo, aportando su carácter, potencia y capacidad anotadora a la talentosa escuadra. Su exitosa trayectoria se traduciría con éxito ya en su primera temporada, con el triunfo en la Recopa de Europa y en la copa ASOBAL. En las siguientes temporadas viviría el triunfo repetidamente, sumando un total de 17 títulos.

Sin embargo, Garralda no cerrará ese ciclo dorado con sus compañeros en el año 2000, puesto que una temporada antes abandonó la entidad azulgrana. En esta ocasión las discrepancias con su técnico Valero Rivera provocaron la salida del club del jugador navarro, que según el entrenador no estaba dispuesto a aceptar de la forma adecuada la posibilidad de ser suplente en una plantilla tan competitiva. Garralda, que pocos meses antes había desestimado la opción de irse al Kiel alemán, se sintió atacado y optó por pedir la carta de libertad a pesar de que aún le quedaban seis años de contrato. Apenas unas horas después de su despedida, Mateo firmaba por su nuevo equipo, que le traía de vuelta a su Navarra natal: el Portland San Antonio.

  
La fuerte personalidad de Garralda, que no era de los que se mordía la lengua (algo que el jugador siempre ha reconocido), ya le había granjeado problemas tiempo atrás con otro gran técnico español y seleccionador del combinado nacional por aquel entonces: Juan de Dios Román. Tras el relativo fracaso en el mundial de Japón en junio de 1997 (en el que España ocupó el séptimo puesto), Garralda  abandonó durante un tiempo la selección al enfrentarse al entrenador por considerar que este no estaba siendo lo bastante ambicioso en cuanto a resultados ni estaba yendo de frente con él a la hora de aceptar sus críticas. Afortunadamente, las aguas volvieron a su cauce, se limaron asperezas y Mateo volvió a la selección española en diciembre del 98.

Una selección con la que Garralda ya había vivido, y volvería a vivir poco tiempo después, un triunfo muy especial: la consecución de medallas olímpicas, en ambos casos de bronce. La primera en 1996, formando parte de un bloque de jugadores excepcional, compuesto por varios de sus compañeros del Barcelona y completado por con otros nombres de probada categoría (Josu Olalla, Juancho Pérez, Jaume Fort, Jose Javier Hombrados y el ya nacionalizado Dujshebaev como los más destacados). La segunda presea vendría en el año 2000, con un bloque en el que había mayor presencia azulgrana (Masip, Xepkin, O’Callaghan, Barrufet…) y que venía a corroborar a nuestra selección como uno de los rivales más temibles del viejo continente.

  
Por cierto, que de esa primera medalla, la conseguida en los juegos de Atlanta, parte una de las anécdotas más curiosas que ha dado la carrera de Garralda. Ante la ausencia por lesión en los juegos de su gran amigo Enric Masip, Mateo le prometió que de conseguir España una medalla la partiría por la mitad y le daría una parte. Lo que para algunos fueron simples palabras se convirtió en promesa cumplida al poco de regresar de suelo americano, reconociendo así la labor de su compañero de equipo que, en condiciones normales, hubiese sido indiscutible entre los seleccionados.

Pero volvamos al Garralda jugador de club, al balonmanista que abandonó por la puerta de atrás el Barcelona para regresar a su tierra, donde nunca había jugado como profesional. Y no lo hacía para vestir la camiseta de un equipo cualquiera: el Portland San Antonio era en 1999 un equipo que pujaba hacia arriba, venía de ser 4º en liga y campeón de copa del rey, y estaba dispuesto a invertir para seguir mejorando. Garralda unía sus fuerzas a ex – compañeros Jakimovich y Barbeito, y a otros buenos jugadores con resultados inmediatos: campeones de la Recopa, y subcampeones de liga y de copa ASOBAL.
 
Sería en la temporada siguiente cuando el Portland San Antonio alcanzaría sus más altas cotas. Al potente bloque ya formado se unirían los estelares fichajes de Hombrados y, muy especialmente, Jackson Richardson, uno de los mejores jugadores del mundo. Veteranos, pero repletos de talento, el éxito no debía hacerse esperar. La victoria en la Liga se les escapó ante el Ademar León, pero el gran sueño de los navarros se cumplió al triunfar en la final de la copa de Europa precisamente ante el equipo que había dominado el balonmano continental los últimos años, el F.C. Barcelona. En esa final, Garralda jugó un papel clave en el partido de ida, al conseguir 8 de los 30 goles de su equipo, que permitieron al conjunto navarro llegar con una buena ventaja para el partido en el Palau. Allí, una semana más tarde, el Portland aguantó el tirón y consiguió perder únicamente por tres tantos, llevándose el título.


Aquel éxito supuso un hito muy especial para Garralda: haber ganado la copa de Europa como jugador con 3 equipos distintos, sumando un total de 6 trofeos de la máxima competición continental. Además, Mateo tuvo un especial detalle con el capitán Álvaro Jauregui, que no había sido convocado, al cederle el honor de que fuera él quien cogiera la copa de campeón de manos del rey.

El Portland viviría el año siguiente otro momento muy especial con la consecución de su primer título de Liga, con prácticamente los mismos protagonistas del triunfo europeo. Y aún con Garralda en sus filas, conseguiría un nuevo campeonato nacional, en 2005. Fueron los años dorados de Portland San Antonio en la Liga, con otros dos subcampeonatos y permaneciendo durante diez temporadas consecutivas entre los 5 primeros del torneo.

Sin embargo, el Portland no consiguió repetir éxito en la copa de Europa, a pesar de tener buenas actuaciones. Especialmente relevante fue el torneo de la temporada 2002/03, en la que el equipo navarro alcanzó la final ante el Montpellier obteniendo un resultado magnífico en la ida, 27-19. Sin embargo, el desastroso partido de vuelta, ante un rival muy motivado y (según todas las crónicas) con un arbitraje descaradamente casero, tuvo como resultado un 31-19 a favor de los franceses, que se llevaron el título. Garralda, que jugó aquel partido muy mermado físicamente por serios problemas de espalda, no escatimó su enfado con los árbitros daneses al final del partido, como podemos apreciar en el siguiente vídeo:


Mateo nunca volvería a ganar la copa de Europa, pero todavía le quedaba por hacer un doblete muy especial, conseguido en el año 2005. Esa temporada, a su segundo título de Liga con el Portland, se sumó la máxima aspiración de cualquier jugador de balonmano: se convirtió en campeón del mundo con su selección en Túnez. España, por fin, subía a lo alto del podio.

En dicho torneo, Garralda ejerció como capitán, siendo junto con Barrufet, Hombrados y Demetrio Lozano el superviviente de una generación de jugadores que habían rondado un gran título pero que no llegaron a conseguirlo. Además de ellos, las nuevas estrellas del panorama nacional (Romero, Juanín García, los hermanos Entrerríos, Rocas…) configuraron un potente bloque que dio a España la medalla de oro tras la extraordinaria victoria ante Croacia en la final por 40-34. Además, Garralda formó parte del equipo ideal del torneo desde su posición de lateral derecho, al igual que 12 años antes. Todo un reconocimiento para el líder en la cancha de aquella selección, cuyas actuaciones ante Alemania (12 goles) y ante Serbia (autor del gol del empate en los últimos instantes) fueron decisivas.


La trayectoria de Garralda aún se extendió en las grandes competiciones internacionales al europeo de Suiza en 2006 y al mundial de Alemania en 2007, aunque su peso en el combinado nacional ya fue menor. Sin haber llegado a retirarse oficialmente de la selección, y aunque tenía la esperanza de haber estado en Pekín 2008, los cuartos de final de Alemania fueron su límite en los torneos internacionales. En total, sumó un oro mundial, un bronce (Croacia 2000) y dos platas europeas (España 96 y Suiza 2006)  y dos bronces olímpicos para un total de 233 partidos con la selección, en los que marcó 593 goles. 

Además del año de su último metal con la selección, 2006 fue el año de su salida del Portland San Antonio al no renovar su contrato, después de 7 temporadas y cuando lo lógico era pensar que iba a terminar allí su carrera. En esta ocasión, aunque hubo decepción por no llegar a un acuerdo, no se vivió una situación polémica como en Barcelona o Cantabria. Al parecer, la causa radicó en que la oferta de renovación por un año y otro opcional no satisfizo las expectativas del jugador, que quería un compromiso de mayor duración. Ese compromiso si se lo hizo el que iba a ser su nuevo equipo, el Ademar León. Garralda firmó por dos años y empezó una nueva etapa profesional, aún con ilusión a sus 36 años:
“Me voy a un equipo muy bonito para jugar al balonmano, un club que hace las cosas bien y en el que espero aportar muchas cosas y rendir con la misma intensidad y ambición que lo he hecho hasta ahora” (El Mundo, 26-3-2006).

  
La llegada de Garralda coincide con una época de grandes aspiraciones en el equipo castellano: la Liga ASOBAL está bastante abierta, con 4 campeones distintos en los 6 últimos años; y el equipo tiene talento: además de Mateo, ha fichado o cuenta con jugadores de probada categoría como el portero Daniel Saric, Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde o Santi Urdiales. Garralda debía ser uno de los que diera veteranía y experiencia a un equipo brillante pero relativamente joven.

Sin embargo, sus dos años de León no serán como hubiera deseado: los títulos no llegan aunque se toquen con la punta de los dedos (como la final de la Recopa de 2007, perdida por el goal average ante el Hamburgo), y en su segundo año Garralda tendrá muchos problemas por culpa de las lesiones, que le llevarán a perderse partidos importantes de la copa de Europa y la final de la copa ASOBAL. Además, como ya he comentado anteriormente, dejará de ser convocado para el equipo nacional. Ante la inseguridad de conseguir un buen (y sobre todo largo) contrato, Garralda va a aceptar en enero de 2008 una oferta en principio sorprendente: a partir de julio de ese año jugaría en el Kolding de Dinamarca, su primera aventura en el extranjero. Los 3 años que le ofrecían y la posibilidad de seguir en el cuerpo técnico del equipo si optaba por retirarse antes del final de su contrato fueron los factores que desequilibraron la balanza.

A sus 38 años, Garralda partía hacia Dinamarca con la intención de mantenerse en la élite hasta el límite de sus posibilidades e intentar engordar un poco más su palmarés. Y lo consiguió a la primera,  alzándose el Kolding con el título de Liga en 2009. Fue la primera vez en dos décadas que Garralda no partía de titular, algo que se mantuvo en la siguiente temporada, en la cual su papel más frecuente fue el lateral que entraba a cancha para las jugadas de defensa.


Pero, además, la temporada 2009-2010 trajo otra novedad en la carrera de Mateo: los inquilinos durante ocho años del banquillo del Kolding, los hermanos Sivertsson, abandonaron el equipo, y Garralda se convirtió en uno de los tres entrenadores que asumirían el control del equipo, junto a Ingemar Linell y Flemming Pedersen. El navarro, que no tenía intención de retirarse, cumplió los dos años de contrato que le quedaban como entrenador-jugador, con una más que curiosa evolución si tenemos en cuenta su edad: en su tercera temporada, y ya con 40 años, fue cuando asumió un papel más importante en cuanto a presencia en la pista, contando con más minutos en ataque y aportando un mayor número de goles a su equipo. 

Garralda se hallaba ya integrado en el conjunto danés, pero antes de que finalizara la tercera temporada de su contrato se encontró con que el duro presente económico del Kolding no hacía posible que le presentaran una oferta para continuar, ni como técnico ni como jugador. Mateo, que parecía haber quedado un tanto olvidado en nuestro país, volvía a aparecer en los medios de comunicación ante un posible regreso a liga española. Regreso que, finalmente, se produjo.

Sin embargo, por primera vez en toda su carrera (y eso a pesar de que estuvo en muchos equipos), Garralda no se enfundó la zamarra de un equipo destinado a los primeros puestos de la clasificación. Su destino fue un modesto de la ASOBAL, el Quabyt Guadalajara. El fichaje, que cristalizó en agosto de 2011 , con Garralda cerca de cumplir 42 años, permitiría al jugador retirarse en nuestra competición. El Quabyt, por su parte, ganaba un jugador cuya experiencia, agresividad, carácter y rendimiento en ataque y defensa podría ser muy útil para consolidar el equipo en la máxima categoría del balonmano.


La que sería su última temporada en activo se saldó con buenos números, aunque nuevamente algunos problemas con las lesiones le impidieron disputar todos los partidos. Al final, sus 44 goles en 19 encuentros (con un 59% de acierto en el tiro) ayudaron a que su nuevo club alcanzara la permanencia. La complicidad y sintonía entre la institución y el jugador fue tal que el 15 de junio de 2012 el club anunció oficialmente la renovación del jugador por una temporada más. Parecía que el viejo rockero seguiría jugando al menos otro año.

Sin embargo, en los días siguientes se produjo un cambio radical del planteamiento inicial: ante las dificultades de encontrar un entrenador de garantías por parte del club, y teniendo en cuenta el carácter, conocimientos y experiencia de Garralda en el mundo del balonmano, el presidente de la entidad le ofreció pasar de ser jugador a ser el entrenador del equipo. Garralda, que ya no se veía con fuerzas de jugar y dirigir a la vez, y que ya tenía claro que su futuro en el deporte pasaba por los banquillos, aceptó la propuesta. El 26 de junio de 2012 se hacía oficial la retirada del jugador para ocuparse de la dirección técnica del Quabyt de Guadalajara, iniciando así su trayectoria como técnico en España.

Atrás quedaban 25 temporadas en la élite, vistiendo 8 camisetas diferentes. La cantidad de títulos conseguidos casi asusta al nombrarla: 6 copas de Europa, 3 Recopas,  1 copa EHF, 4 supercopas de Europa, 8 Ligas ASOBAL, 3 copas del rey, 2 copas ASOBAL, 3 supercopas de España y 1 liga danesa. Sin olvidar, por supuesto, todas las medallas logradas con la selección. Actualmente es, además, el 2º máximo goleador de la historia de la liga ASOBAL, solo superado por Juanín García.

Con todas estas cifras queda bastante claro que estamos hablando de una auténtica leyenda del balonmano español. Un jugador que por su fuerte carácter, su personalidad y su entrega y dedicación al balonmano nunca pasó desapercibido. Desde este blog, le deseamos lo mejor en su carrera como técnico. Solo con que gane desde el banquillo la mitad de lo que ganó como jugador, aún le quedaría muchísimo por celebrar.

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