sábado, 21 de junio de 2014

HISTORIA DE LOS MUNDIALES: 18-VI- 1986, CUANDO "LA FURIA" HIZO EXPLOTAR "LA DINAMITA"

He de reconocer que, cuando ideé este proyecto sobre la historia de los mundiales, uno de los partidos que más ilusión tenía de comentar era el que nos ocupa hoy: el 5-1 de España a Dinamarca en México 86. Seguramente, a los más jóvenes no os dirá demasiado este encuentro: al fin y al cabo, habéis crecido viendo a la selección ganar dos eurocopas y un mundial, México 86 os pilla un poco lejos y después de todo aquel año fuimos eliminados en la siguiente ronda. Pero los que tenemos treintaytantos o más no fuimos tan afortunados en títulos en aquella época, y construímos nuestro orgullo en la selección en torno a dos partidos que se convirtieron casi en un mito: el archifamoso 12-1 a Malta del 83 y esta inesperada goleada a los daneses en octavos de final, en la que sigue siendo la victoria más contundente de España en un campeonato del mundo.

La actuación española tuvo todo lo necesario para que alcanzara la categoría de leyenda: el equipo jugó bien, se sacrificó en lo físico, estuvo inteligente en lo táctico, remontó un gol en contra y fue ambicioso con el marcador a favor. Además contó con la aparición de un héroe indiscutible, que disputó seguramente el mejor partido de su carrera y que alcanzó sus máximas cotas de popularidad tras los cuatro goles que consiguió: hablo de Emilio Butragueño, el histórico delantero del Real Madrid que apareció, marcó y desequilibró siempre que fue necesario, destrozando a la defensa de Dinamarca.

El héroe indiscutible de aquel día: Emilio Butragueño

Una Dinamarca que, por cierto, no era ninguna perita en dulce. Conocido como "La dinamita roja", los daneses contaban con un ramillete de magníficos jugadores, que formaron parte de lo más destacado del fútbol europeo de los 80. Entre ellos sobresalían cuatro nombres: el líbero Morten Olsen, eterno capitán del equipo; el centrocampista Soren Lerby, un jugador completísimo que luchaba, creaba y se incorporaba al ataque con peligro; y en ataques dos extraordinarias figuras como Michael Laudrup y Preben Elkjaer Larsen. De estos dos futbolistas sinceramente creo prefiero dejaros estos vídeos a comentar sus habilidades. Si no los conocéis juzgar por vosotros mismos, y si los conocéis disfrutar de ellos una vez más.



Con estas estrellas y algunos jugadores más de nivel (como Jesper Olsen, Frank Arnessen, Erikssen o el central Nielsen), Dinamarca había arrasado en la primera fase, venciendo en los tres partidos (sólo lo habían conseguido ella y Brasil): 1-0 a Escocia, 6-1 a Uruguay (tres goles de Elkjaer y otro magnífico de Laudrup, regateando hasta a su propia sombra) y un 2-0 sobre Alemania, uno de los "cocos" del torneo. Con tales credenciales, se les consideraba ya uno de los candidatos a ganar el mundial.

España, por su parte, no lo había hecho nada mal, pero el currículum no era tan brillante: había perdido el primer partido ante Brasil por 1-0, en un duelo que ha pasado a la historia al no conceder como gol el árbitro un chut de Míchel que botó dentro de la portería; se había repuesto ganando 2-1 a Irlanda del Norte, con tantos de Butragueño y Julio Salinas; y finalmente había resuelto con comodidad ante Argelia por 3-0, con Calderé como bigoleador y Eloy rematando el resultado.

 El famoso "gol de Míchel" ante Brasil. La imagen muestra claramente que la pelota entró

Era una época en la que los nuestros no se dedicaban precisamente al tiki-taka, sino que tenían un estilo más agresivo y directo. De hecho, se nos conocía como "La furia", y muchos de los jugadores escogidos por el seleccionador Miguel Muñoz estaban más cerca de un estilo batallador que de un perfil técnico. El portero indiscutible era Zubizarreta, que acababa de formalizar su fichaje por el Barcelona. En defensa, los laterales eran rápidos, resistentes y agresivos, con Tomás Reñones en la derecha, y Gordillo y Julio Alberto como opciones principales para la izquierda; Camacho solía tener como función marcar al hombre a la estrella rival, y el centro de la defensa era para el contundente Goicoechea y un líbero con calidad para sacar el balón jugado (Maceda o Gallego).

La media combinaba jugadores técnicos pero que aportaban trabajo, como Míchel, Francisco o Señor, con auténticos pulmones como Víctor y Calderé, que también tenían llegada. Y en ataque, la apuesta era clara: Julio Salinas para bajar balones, abrir huecos y pegarse con los defensas, y Butragueño con el papel de inventar y decidir. Para las segundas partes, Muñoz solía optar por el joven Eloy como opción de refresco, por delante de otros jugadores más experimentados como Hipólito Rincón o el "lobo" Carrasco.

 El líbero Antonio Maceda estaba destinado a ser clave en el equipo, pero una lesión lo impidió

Sin embargo, estos nombres y estas virtudes, no parecían suficientes para doblegar a la maquinaría danesa, que hasta entonces se había mostrado implacable. Ateniéndonos a la fase de grupos, los daneses parecían favoritos. Y las circunstancias que rodearon el partido no parecían ayudar a los nuestros: había malestar entre los jugadores por desacuerdos con la federación al respecto de las primas; el técnico no mantenía buena relación con una parte de la prensa; dos de los mejores jugadores, Maceda y Gordillo, no estaban disponibles por lesión; y se había creado polémica en torno a un presunto positivo por dopaje de Calderé en el encuentro anterior, del que fue absuelto. La euforia y optimismo de los "vikingos" contrastaba con el malestar de los nuestros.

Sabedor de la superioridad técnica mostrada por los daneses, y teniendo en cuenta el sofocante calor bajo el que se estaba disputando el campeonato, Muñoz decidió plantear un enfoque algo diferente al duelo anterior frente a Argelia. La idea era anteponer la presión y el físico por encima de la técnica, de ahí que prescindiera  de Francisco, su cerebro en los tres primeros partidos, para blindar con Víctor y Calderé el centro del campo, con Míchel como hombre más creativo. Las bandas quedaban para dos laterales largos, Tomás y Julio Alberto. A Camacho lo emparejó con el potentísimo Elkjaer, y Gallego tenía la doble misión de hacer de líbero y echar una mano en la creación del juego cuando fuera necesario. La idea era defender bien, y lanzar rápido en largo hacia Butragueño y Salinas, que debían bajar los balones y esperar el apoyo de los centrocampistas (y de un Julio Alberto que casi ejerció más de medio que de zaguero).

 Alineación de España ante Dinamarca

El guión se cumplió matemáticamente durante la primera media hora: Dinamarca tuvo más posesión de balón, y España aguantó en defensa sólo con apuros puntuales. Más que la actuación de nuestra zaga preocupaba la situación de los delanteros, lo cuales recibían pelotazos en los que solían tener las de perder. En cambio, los daneses siempre sacaban el balón jugado, algo de lo que se apercibieron los españoles que empezaron a situarse cerca del área en sus saques de puerta.

Todo el castillo que tan costosamente estaba construyendo España estuvo a punto de desmoronarse en el minuto 32: en una brillante combinación de los jugadores daneses, Elkjaer asistió a Lerby, que llegaba desde atrás en una de sus típicas arrancadas. El jugador del Bayern fue derribado por Gallego nada más entrar en el área, y el árbitro no dudó en indicar el penalti. Un experto lanzador como Jesper Olsen se hizo responsable de transformarlo con facilidad ante Zubizarreta, al que nunca se le dio demasiado bien lo de parar penas máximas.

Michael Laudrup fue vigilado de cerca aquel día. Aquí, Gallego y Camacho le cierran el paso

Con el marcador en contra, España se vio obligada a mover ficha, y adelantó algo sus líneas. Dinamarca seguía intentando controlar el balón y jugarlo siempre. Siempre. Pasara lo que pasara. España entendió que una de las claves para hacer daño partía de presionar más arriba, y empezó a hacerlo con más frecuencia. ¿El resultado? Primero, una buena ocasión saldada con un disparo de Julio Alberto muy cerca de la porteria que se marchó desviado; segundo, provocar una horrorosa cesión de Jesper Olsen sin mirar, que fue aprovechada por el astuto Butragueño para adelantarse a todos los defensas en el área y marcar su primer tanto de la noche definiendo con precisión. 1-1, minuto 43.

El tanto de la igualada tiene un efecto demoledor en los daneses, que empiezan a jugar mucho más nerviosos, y supone un auténtico balón de oxígeno para España, un ejemplo inmejorable de lo que se llama gol psicológico. En medio de esta situación, se llega al descanso, en el que España realizará un cambio que ayudará a mejorar al equipo: Julio Salinas deja su sitio a Eloy, un jugador que por su velocidad y habilidad parece tener las virtudes adecuadas para un partido como el que se está disputando.

 La lucha de Calderé en el centro del campo fue de gran importancia para el equipo español

A pesar de que España parece más fresca física y psicológicamente, Dinamarca tiene hasta tres buenas oportunidades para volver a adelantarse en el marcador. La primera en un tiro de Bergreen, que se va fuera; la segunda, en las botas de Elkjaer, quien tras una magnífica jugada individual dispara raso, salvando la situación Zubizarreta con una gran parada; y la tercera, de nuevo para Elkjaer Larsen quien recibe dentro del área pero remata a las nubes. La falta de eficacia del ariete rival aquel día fue una ayuda inestimable para los españoles.

Quien no falló fue Butragueño, que hizo el segundo en el minuto 56 en una jugada ensayada. Un córner sacado por Víctor lo toca Camacho en el primer palo, y es remachado por el Buitre en el segundo también de cabeza. El vuelco al partido se ha producido, y a partir de entonces se constatará el hundimiento de Dinamarca y el ascenso vertiginoso de una selección española repleta de fe en si misma.

 Momento en el que Butragueño marca, de cabeza, su segundo gol del partido

Desesperado, el técnico Sepp Piontek se lanza al ataque metiendo en el campo a Eriksen en lugar del defensa Andersen. Pero tener más delanteros no implica crear más ocasiones: con un pressing asfixiante en el centro del campo, España cada vez ahoga más a un rival al cual le está pasando factura el calor y el cansancio. Mientras Víctor, Calderé y Julio Alberto (e incluso Míchel) siguen corriendo incansables, la estrella danesa Lerby apenas entra en juego. El nerviosismo invade a los "vikingos", que ven como España está a punto de marcar el tercero en el 65, cuando Butragueño roba un balón y lo cede con maestría para que Míchel remate, desviando su disparo el guardameta Hogh. Dio igual, solo hubo que esperar tres minutos más: tras un nuevo balón en profundidad de Míchel para Butragueño, el delantero se escapa por velocidad de Morten Olsen y el líbero no tiene más remedio que derribarlo dentro del área. El claro penalti lo transforma con un auténtico obús Goicoechea.

El declive danés sigue frente a una España que ya no sólo se permite presionar y salir al contragolpe, sino que intenta mover el balón con criterio, controlando el juego. El último cartucho danés lo hace explotar Elkjaer en el 77, pero de nuevo Zubizarreta impide el gol con una rápida salida. Apenas tres minutos más tarde, España destroza el partido con un contragolpe de libro: Míchel vuelve a poner un balón preciso en profundidad al desmarque de Eloy, quien ve a Butragueño solo en el segundo palo y mete el pase de la muerte para que el Buitre la empuje a placer. Los eufóricos abrazos de los jugadores con los miembros del banquillo español denotan que dan el partido por sentenciado.

Elkjaer lo intentó varias veces, pero los defensas españoles y Zubizarreta le impidieron marcar

Tras el cuarto tanto, Dinamarca, baja los brazos, sabiendo que todo está perdido. Miguel Muñoz también lo ve así, y saca del campo a un Míchel que ha realizado un partido magnífico para sacar a Francisco. Sin embargo, Butragueño tiene ganas de más: ya en el minuto 90 recibe un nuevo balón en el área, y tras un magnífico regate es claramente derribado. El penalti lo señala el holandés Keizer, y los jugadores españoles le piden al propio Butragueño que asuma la responsabilidad, sabedores de que puede conseguir la Bota de Oro del mundial. El jugador del Real Madrid define con calidad, poniendo el definitivo 5-1 en el marcador.

 Portada de MARCA del 19 de junio de 1986. Obviamente, Butragueño es el protagonista

El impacto del resultado es enorme, y la visión del nivel de España sufre un cambio radical. La "Furia" se convierte automáticamente en uno de los rivales menos deseados del campeonato, debido a su fortaleza mental, su enorme resistencia física a pesar de las asfixiantes condiciones ambientales y la calidad de ese delantero matador que ya acumula 5 tantos en 4 encuentros. Las críticas a Muñoz y a algunas de sus decisiones quedan en un segundo plano, ante la posibilidad de que España se cuele entre los mejores. El propio entrenador no pone techo a los suyos: "¿Por qué no seguir la racha? Mis jugadores han estado a la altura de Dinamarca y de lo que nos echen".

Lamentablemente, las enormes expectativas generadas duraron solo cuatro días: toda la magia y fortuna que nos acompañó en el choque contra los daneses se desvaneció en el encuentro de cuartos de final contra Bélgica: pese a ser muy superior, sobre todo a partir del segundo tiempo, España sólo pudo empatar a uno al final del tiempo reglamentario, resultado que se mantuvo tras la prórroga. En los penaltis, la historia es sobradamente conocida: Eloy Olaya falló el segundo lanzamiento, mientras los belgas anotaban sus cinco disparos y nos dejaban fuera del mundial. Cuenta la leyenda que cuando Salvador Bilardo, entrenador de Argentina, regresó a la concentración de su selección tras ver el partido, les dijo a sus jugadores las siguientes palabras: "Muchachos, tranquilos, prepárense porque España ha perdido, ya estamos en la final".


FICHA TÉCNICA DEL PARTIDO

ESPAÑA: Zubizarreta, Tomás, Camacho, Gallego, Goicoechea, Julio Alberto, Víctor, Míchel (Francisco 84'), Calderé, Julio Salinas (Eloy 46') Butragueño.

DINAMARCA: Hogh, Busk, Morten Olsen, Nielsen, Andersen (Erikssen 60'), Bergreen, Bertelsen, Jesper Olsen (Molby 71'), Lerby, Michael Laudrup, Elkjaer Larsen.

GOLES: 0-1 Jesper Olsen (33'); 1-1 Butragueño (43'); 2-1 Butragueño (56'); 3-1 Goicoechea (68'); 4-1 Butragueño (80'); 5-1 Butragueño (90').

ÁRBITRO: Keizer (Holanda)

ESTADIO: La Corregidora (Queretaro, México)


TAMBIÉN OCURRIÓ UN 18 DE JUNIO

ALEMANIA 1974: Yugoslavia obtenía un espectacular 9-0 en la primera ronda frente a la mediocre selección del Zaire, representante en aquel mundial del continente africano. Bajevic fue el autor de tres de los goles de un equipo yugoslavo que acabaría lider de su grupo.


COREA-JAPÓN 2002: La selección de Corea del Sur eliminaba al potente equipo italiano en los octavos de final, gracias entre otras cosas a dos tantos anulados por el árbitro a la "azzurra". Vieri adelantó a los suyos, Ki Hyeon Seol empató en el 88, y el gol de oro definitivo lo consiguió de cabeza Jung Hwan Ahn en el 117.




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